The Black keys han regresado cuando ya casi nadie les esperaba. En estos largos 5 años desde Turn blue (2014), Dan Auerbach y Patrick Carney se han dado un merecido descanso. Se han embarcado en múltiples proyectos paralelos, producciones de artistas de lo más variado (hasta ese bodrio de Lana Del Rey) generando rumores poco prometedores. Que si no se llevaban bien, que si no se hablaban, etc. Nada hacía pensar que la penúltima gran esperanza del rock retornara por la puerta grande. Sin embrago, he aquí que han regresado con Let’s rock. Lo primero que se evidencia al empezar a sonar Shine a Little light es que estamos ante un disco de The black keys. No se han movido un ápice de su sonido ni de su forma de componer. Para bien o para mal.
Los ingredientes son los de siempre pero esta vez el resultado no ha sido tan jugoso y disfrutable como en Brothers (2010) o El camino (2011), sus mejores trabajos. A las composiciones de Let’s rock les falta garra. No es que se hayan pasado a las baladas pero esa adrenalina que invadía buena parte de sus anteriores trabajos casi no aparece por ningún sitio en Let’s rock. Más parece que se limitan a repetir una fórmula de éxito sin demasiada convicción ni ganas de arriesgar. El Blues, el garaje y el soul añejo con tintes de psicodelia y glam siguen estando presentes en su música pero la mezcla no resulta tan explosiva como antaño. Tampoco hay ningún hit tipo Lonely boy. Uno echa de menos en los temas de Let’s rock la producción del gran Danger Mouse. Vale que Dan Auerbach y Patrick Carney saben lo que hacen pero al disco le falta esa chispa genial que los elevaba sobre la media. Además, cosa que nunca me había pasado, la voz de Dan Auerbach (que nunca ha sido una maravilla) me resultó monótona y el uso de coros femeninos ya empieza a estar muy trillado.
Reconozco que la primera escucha de Let’s rock fue desoladora. De entre los 12 temas sólo destacaría Lo/Fi y Fire walk with me. Eso sí, en sucesivas escuchas he descubierto matices que han hecho más disfrutables otras canciones como Go, Tell me lies o Shine a Little light, con lo que la decepción se mitigó en parte. Pero la sensación de piloto automático, de puro trámite contractual (o del tipo que sea), se apodera de mí sin remedio en el resto del disco. Hay buenos temas pero estos tipos nos habían puesto el listón muy alto, demasiado, y claro… las comparaciones son odiosas. Sinceramente, no creo que The black keys busquen hacer nuevos adeptos a estas alturas ni creo que nadie tenga a este Let’s rock como una de las cumbres de su discografía. Lo dicho, un puro trámite.
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