Llegaba uno de los «platos fuertes» del verano gaditano con la actuación en la Sala Milwaukee del insigne pianista Chano Domínguez, tal vez el mayor estandarte de la fusión entre jazz y flamenco. Un privilegio que tenía lugar el miércoles 21 de agosto de 2019, donde casi una hora antes de la hora programada ya se encontraba gente por los alrededores, por lo que al inicio las localidades, tanto las sentadas como de pie, se encontraban llenas (de hecho, hace tiempo que no veíamos un lleno semejante en el coqueto patio de la sala portuense donde se celebró el evento).
En esta ocasión el músico gaditano aparecía con el solo acompañamiento de su piano (uno precioso negro de cola) pero durante el concierto llevo algunos invitados de postín, que referiremos más tarde. Su primera parte comenzó con un tema de presentación donde se podía observar el talento que desprende en cada nota y la rapidez de sus dedos, además de la capacidad de improvisación y arreglo de temas porque el siguiente era una versión libre de «El Puerto» de la Suite Iberia de Isaac Albéniz que cautivó, como el fue el caso con el «Evidence» de Thelonious Monk, sin duda la pieza de jazz más clásico de su repertorio. Tras la maravillosa interpretación, llegaba una adaptación a piano del «Gracias a la vida» de Violeta Parra, y que popularizó Mercedes Sosa. Una de las canciones más bonitas compuestas en español, según palabras del propio Domínguez que decidió terminar su primera mitad con unas bulerías, con la colaboración de su hijo Pablo a la percusión. En el descanso pudimos ver y escuchar a los asistentes, donde todos elogiaban lo que estaban viendo y escuchando.
La segunda parte llegaba con otro tema propio que seguía manteniendo el alto ritmo del recital que llegó al cénit con la «Canción de amor» de Paco De Lucía, un bonito homenaje al guitarrista algecireño aunque, es curioso, su versión fuera solo con las teclas e inmediatamente después invitar al escenario, de nuevo, a Pablo Domínguez y a uno de los grandes guitarristas de flamenco como es Nono García, donde deleitaron a la audiencia con dos temas, de los cuáles uno era estreno y llevaba por título «Mariano», lo que hizo gracia al respetable. Chano Domínguez siguió la broma y dijo que -podría llamarse Pepe… pero se llama Mariano-, no fue la única chanza, pues se rió bastante cuando un asistente le espetó que – la siguiente tócala con dos manos- (ya se sabe y conoce la guasa de Cádiz). El recital llegaba a su final pero antes y en solitario atacaba los compases de un clásico de la musica tradicional andaluza como es «La Tarara», con el público cantando el conocido estribillo, volviendo a invitar a Nono García y Pablo Domínguez para ejecutar una pieza de García titulada «Mojama blues». Parecía que había llegado el final pero todavía quedaba una sorpresa al acometer el único tema cantado de la noche, con Leo Power de invitada para interpretar esa casi canción de cuna caribeña de Mercedes Sosa que es «Drume negrita», aunque en versión en español y que sirvió de colofón a un inolvidable concierto de más de una hora y media de gran jazz, de talento puro, de gran intensidad. En tres palabras: de Chano Domínguez.
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