Reconozco que me está costando muchísimo hacer la reseña de esta nueva entrega de los almerienses The Dry Mouths. Hay cierta implicación emocional que se cruza cada vez que me siento frente al teclado a la par que suenan sus canciones. Imagino que sabréis que hace unos meses fallecía Andrés Reyes bajista de la banda. Un duro golpe. No he llegado a conocerle personalmente, ni a él ni a los otros dos miembros de The Dry Mouth pero si es cierto que es un grupo al que llevo reseñando sus trabajos hace ya muchísimo tiempo. Una banda con la que he establecido esa complicidad silenciosa del oyente y el autor, cuando sus canciones son capaces de transmitirte esos sentimientos muchas veces no calculados ni premeditados pero si lo suficientemente encauzados para que aquel que recibe la alternancia de su música no pueda dejar que pase inadvertida. Así que antes de entrar en profundidad en bucear dentro de los parámetros de este «Memories from Pines Bridge» quiero enviar un profundo y sentido abrazo al grupo.
La música de The Dry Mouths nunca ha sido sencilla, no está diseñada para sonar de fondo, ni ser mera acompañante. Precisa de tus sentidos alerta, para no dejar pasar ese cambio o atmósfera que te sorprende y la convierte en única en su especie. Este lamento instrumental que navega entre el post rock, el rock alternativo y su propia manera de entender el doom. Nueve canciones, cuarenta minutos y seis sellos implicados en que la oda sonora de The Dry Mouths llegué para tocar con maestría el centro neurálgico donde las emociones se estimulan. Además de ser el legado sonoro de Andrés Reyes, su retrato inmortal enmarcado en sus líneas de bajo. The Dry Mouths despliegan ante nuestros oídos su arte compositivo partiendo del lado más experimental que la banda está explorando con éxito y acierto en los últimos tiempos. No sabría deciros si reside una tristeza implícita en el disco o es simplemente la percepción personal que tengo al refugiarme en sus atmósferas.
Desde la inicial «La Chaussure» con sus seis minuto pico de belleza instrumental, pasando por la fuerza contenida de «Low Savvia», donde ese riff pone la contundencia en bandeja. La vuelta a los estados emocionales más atmosféricos se colocan en primera plana con «Mangai Maroke» o las distorsiones de «L’enfer». En definitiva un viaje mágico que se ve coronado con una preciosa portada y vuelve a colocar a The Dry Mouth como una de esas bandas que asumen riesgos y salen airosos de ellos. Otra muestra más de que el Andalusian Noise vive un momento simplemente magistral a base de grandes grupos.
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