No exagero lo más mínimo si digo que lo vivido el pasado sábado en la Sala Moon fue histórico cuando afirmo que los enormes UZZHUAÏA pusieron su perfecto broche de Oro a la gira 10ª Aniversario de Destino Perdición (2008) que les ha llevado por seis ciudades: Madrid, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Murcia y Valencia.
Una sala repleta hasta la bandera y todo el rockerío valenciano presente para presenciar una descarga de emociones a flor de piel y electricidad elevada a la máxima potencia. Izzra, Pau, Alex, Álvaro y Jose L. se lo debían, su parón en 2013 les dejó un mal sabor de boca, una espinita clavada que, por fin, han podido desquitarse con seis conciertos que desde ya deberían pasar a los anales de la historia del ROCK español.
Las expectativas para el bolo de Valencia no podían ser mejores, habían echo ‘sold out’ practicamente en las cinco ciudades anteriores y en su feudo no iba a ser menos así que, sobre las 22:00h. y tras una ‘intro’ tan especial como la de Terminator, la «Baja California» y Destino Perdición (el disco) desplegaron sus alas como nunca antes lo habían hecho y con su público apoyando al máximo este comeback. Pasemos a la acción, GO!…
He visto al quinteto valenciano en muchas ocasiones, los he visto ilusionados, los he visto cabreados y furiosos, los he visto disfrutando a tope su música, los he visto incluso hasta con cierto halo de velada desilusión antes de su hiatus en 2013, pero lo de este sábado ha sido jodidamente alucinante, ¡todas las caras de Uzzhuaïa! menos la última, claro está, rebosantes de agradecimiento, de ilusión por disfrutar de SU MOMENTO y, sobre todo, en un estado de forma absolutamente demoledor, como si jamás se hubiesen tomado descanso alguno y estuviesen engrasados al 200%. TRIUNFADORES…
Como ya he comentado antes del salto, comenzaron con el icónico «Baja California» al que le siguió «Santos & Diablos» como perfectos calentamientos de un setlist que sí, que estuvo principalmente basado en el disco del que se homenajeaba, pero que no quiso dejar ninguno de sus clásicos pre- y post- Destino Perdición haciendo justicia a un cancionero imbatible. Así, del homónimo se desmardaron con un explosivo «La Cuenta Atrás», ese clásico injustamente olvidado (dicho por ellos) que es «No Intentes Volver Atrás» y una hermosa «La Otra Mitad» con sus dos partes acústico/eléctrico bien diferenciadas dando a Pau ese momento intimista y meloso como sólo él sabe hacerlo.
De 13 Veces Por Minuto hubo muchas, era lógico, y aquí hubo un momento también muy especial en el que recordaron a Gonzalo Parreño con el tema homónimo, su lucha vital y todo lo que aportó a la banda para alcanzar su madurez artística. Era de justicia su recuerdo. De aquí desgranaron la cachonda historia de «La Mala Suerte» (cómo me sigue poniendo la cadencia de este tema), la emocionalidad ‘looser’ de «Magnífico Fracasado», la perfección hecha canción, el sonido ‘UZZ’ en toda su extensión de «Antes del Amanecer» y esa increible reivindicación a sus ídolos como siempre se deja clarito en «No quiero verte caer». Por último, de Santos & Diablos se marcaron tambíen unas cuantas, la homónima, el singelazo de «Una Historia que Contar», los rotundos contrastes sónicos de «Fugitivos», el ‘sabbathico’ «Bailarás en el Infierno» y, bueno, tengo que destacarlo, un furiosísimo e intenso «Directo al Mar» que me volvió loco. Obviamente, Destino Perdición fue interpretado con precisión asesina y arrojo caso de «Cuando ya no quede nada», «La Flor y la Guerra» y el brutísimo y hostil tributo a su público en «Desde Septiembre», pero también con ansia de fiesta y celebración del Rock’N’Roll y de la música en directo quedando perfectamente plasmado en «No Somos Perfectos» y su epatador himno inmortal, sí, «Nuestra Revolución». El dramatismo de «Blanco y Negro» también tuvo su momento especial quedando patente en el estado de ánimo de Pau (…), así como su himno para perdedores definitivo con «Destino Perdición».
Los homenajes se sucedían, su público vino desde Huesca, Barcelona, Castellón,…¡incluso desde la mismísima Guatemala! y era obvio que el maestro de ceremonias, Mr. Pau Monteagudo, tenía que agradecerles su amor incondicional a la banda, también para la grandísima Irene Bernad que ha registrado con su objetivo los momentos más mágicos de esta gira y a algún otro que me dejo en el tintero.
Musicalmente, el quinteto estuvo engrasado desde el segundo ‘1’ pero a su vez, se notó en todo momento el buen rollo entre ellos, su química funcionando como si no hubiese pasado el tiempo, sus risas, sus guiños, su complicidad y miradas a su público y entre ellos mismos, a Jose L. disfrutando como un cosaco con sus tambores como si la vida le fuese en ello, a Álvaro y a Alex desmostrando su excitación y su entusiasmo constante, a Izzra y su agradecida sonrisa sin parar de ‘pescar’ a fans y conocidos entre el público haciéndoles partícipes de su actitud y ganas de cachondeo y fiesta y, cómo no, al monstruo de frontman que tiene la banda con un Pau en un estado de gracia artístico, vocal e interpretativo que quita el hipo; nos hipnotizó, nos alentó, nos sedujo, nos hizo llorar y nos agradeció el apoyo que siempre han sentido de nosotros, sus fans hasta los restos.
Todo llega a su fin, es cierto, el bolo se me pasó en un suspiro, para ellos obviamente también, y después de los saludos pude observar la emoción vestida de lágrimas en Jose L. y Alex, los constantes abrazos apasionados, etc,… Lo habían conseguido, la banda había vuelto a vencer en su casa, a demostrar el por qué merecieron estar en lo más alto y a recordarnos, una vez más, que la música en directo es el mejor orgasmo del Rock’N’Roll. No sé qué les deparará en un futuro el peso de Uzzhuaïa, sus proyectos paralelos continúan su camino, todos ellos, eso sí, me confirmaron uno por uno que las puertas seguían abiertas, que la química sigue intacta y la amistad inquebrantable, hasta Jose L. me confesó en camerino que este había sido ‘el penúltimo bolo Uzz, nunca habrá un último’, de momento, un servidor se queda complacido y saciado con lo presenciado y es que, haber sentido con el corazón abierto en canal un conciertazo de ésta envergadura es para sentirse un privilegiado porque fue HISTÓRICO. Así de simple.
Posdata: Hacer primeras conclusiones al lado del recién conocido y compañero en RTBM, Eduardo Garrido, mientras sonaba Facelift y SuperUnknown no tuvo precio…
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