…pero que nadie se confunda con el titular, Alice In Chains no se han pasado al powerpop ni han decidido experimentar con el punk rock, la banda de Jerry Cantrell sigue a la suya, creando esas canciones tan personales e intransferibles, creando esa música tan única e identificativa que sigue engrandeciendo la leyenda de una de las bandas definitivas de los 90’s.
Desde su excelente retorno con Black Gives Way To Blue (2009), Cantrell se ha dejado de excesos, se ha redimido de sus ‘pecados’ y ha defendido su música con una calidad y una profesionalidad que les convierte hoy en día en una banda respetadísima y muy demandada en festivales en cualquier punto del globo terráqueo por lo que, a pesar de que Jerry se toma su tiempo para publicar una nueva obra, desde luego que siempre merece la pena la espera.
Siéntete como ‘El único que lo sabe’ en este retorcido e intenso videoclip de AIC…
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Nos hemos acostumbrado a estar ya sin Layne, el luto ya pasó hace años y William Duvall se ha ganado su puesto por derecho propio, tanto por su respeto al cancionero de Alicia como por su profesionalidad y aporte creativo, así que se ha convertido en una pieza fundamental para el rubio guitarrista, yo diría que incluso es hoy en día su mano derecha. No es necesario hablar más de este tema, seguro que Layne estará celebrando donde esté que su banda esté tan en buena forma.
La publicación del complejo, denso y enmarañado The Devil Put Dinosaurs Here (2013) fue un auténtico ‘tour de force’ para el oyente ocasional de los de Seattle, un disco largo, complejo y abrasivo que no entraba a la primera pero que si le dabas unas escuchas atentas te atrapaba hacia su particular infierno con unas baladas espectaculares y unos riffs gigantescos y tremendísimos…aunque entiendo que demasiado repetitivos por momentos.
Cinco años después ya tenemos el sexto disco de la banda dedicado y tematizado entorno a la niebla del Monte Rainier, el pico más famoso de los alrededores de Seattle (una auténtica belleza desde Google Maps). Como ya dije en un post anterior, la banda vuelve a componer y grabar en su ciudad natal después de 20 años sin hacerlo (oséase, desde el disco del ‘Perro’) bajo el su nuevo sello, BMG, y con el habitual y necesario Nick Raskulinecz que lo terminó de mezclar y masterizar en los Henson Recording Studios de L.A. y el estudio personal del productor en Nashville.
Para comenzar, Rainier Fog (2018) considero que es bastante más accesible que The Devil Put…, a pesar de la hermética e inquietante portada en formato collage, Cantrell no se ha andado con demasiados rodeos y nos propone un disco de 50 minutos y tan sólo diez temas en donde todo se encuentra en su sitio pero, quizás, más concentrado. «The One You Know» abre fuego, una composición inspirada en Bowie, en concreto su tema «Fame» (???…) cortante y machacón como él sólo y que se endulza con esas celestiales armonías marca de la casa. «Rainier Fog» es más dinámico, Duvall adquiere un protagonismo absoluto a las voces con un riff cojonudo y con la tremebunda sección rítmica del elástico bajo de Mike Inez y las sutilezas pero también la pegada de Sean Kinney. «Red Giant» ralentiza el ritmo con una composición que huele a su disco anterior y a su clásico «Sludge Factory». Enfermiza composición. Llega «Fly» y con ello la primera balada, muy en la línea de «Voices» y «Choke» aunque con entidad propia.
La parte más densa está contenida en la parte intermedia del disco, con tres temas que cuesta asimilar pero que te van haciendo camino y te van macerando con las escuchas, así son «Drone» de alma bluesy encubierta y hasta ciertamente sexy, «Deaf Ears Blind» deudor de la estela de TDPDH, quizás el más discreto a pesar de sus enfermizas y dolorosas armonías y «Maybe» con su piel folkie y su aroma a Jar Of Flies, en concreto «I Stay Away». El disco vuelve a coger fuelle y nervio con «So Far Under» y otro riff musculoso y ‘wall of sound’ como sólo Cantrell sabe facturar y con unos refrescantes y esquizoides estribillos en donde Duvall se erige en protagonista de nuevo. Los dos últimos temas son, quizás, la parte más Dirt de todo el conjunto, «Never Fade» debería de convertirse en un puto clásico ya de su setlist, muy hardrockero y directo , por último, «All I Am», el tema más largo y depresivo del álbum, quizás se me hace un poquito largo y redundante pero cierra con dignidad un disco que debería contentar a los que salieron escaldados del disco ‘rojo’ y saciar con creces a sus fans de toda la vida.
En resumen, una muesca más que positiva más en la carrera de Alice In Chains, sin salirse de su senda, sin quebrantar sus principios ni su sonido, no tienen que demostrar ya nada a nadie, tan sólo se dedican a ser ellos mismos que no es poco…¡¡¡Y qué directo!!!…
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