Lo bueno que tienen los músicos es que, aunque se encuadren en estilos completamente diferentes, hay un aura de respeto que les permite tomar influencias o entablar proyectos paralelos de otra índole. Desde mi atalaya, cerca de las notas, pero lejos del escenario, tener amigos músicos me ha abierto muchas miras. Grupos del estilo a M-Clan, Nacha Pop, los Burning… nunca fueron mi rollo. No digo que sean buenos o malos, digo que había encontrado un estilo que me hacía vibrar y no tenía ni el más mínimo interés en salir de ese terreno. Pues gracias a mis amigos y paisanos de Inoxidables / Malauva con la perspectiva que dan los tiros pegados he redescubierto canciones que son historia viva del rock y que me habían pasado inadvertidas. Gracias a esta nueva exploración descubro a un grupo que no es precisamente novato y que acaba de obsequiarnos con un nuevo trabajo. Se llaman Yeska y tienen en el mercado El Incendio. Un, dos, tres… ¡Yeska!
Asteroide B-612. Me estaré volviendo loco, pero nada más empezar, así en frío, tengo en mente los primeros acordes de Sonic Sisters en su Mirror mirror. Dura un latido, porque los Sonic tiraban a ese estilo mitad rock mitad electrónica y los Yeska van más a lo que acabo de denominar rock acústico, que no tiene guitarras destructivas, pero tampoco es la típica canción pop moñas. La voz tiene un poso del Drogas, de los Barri, con el difunto Antonio Vega de los Nacha Pop. La actitud, la entonación, el alma de la canción, lo visualizo como Rafael Berrio, una suerte de poeta guitarra al hombro, de los que te miran a los ojos mientras relatan estrofa a estrofa. Por debajo, acordes de acústica, punteos de eléctrica, y al llegar al estribillo sacan su vena rockera. Estribillos coreables y coreados por una multitud, como si media humanidad esperase su turno para acompañar a estos muchachos en sus frases. En un asteroide donde había poca luz / se encendió una vela, se murió un hortera y un banco quebró / tú y yo fuimos uno en un espacio exterior / y colorín colorado este cuento… nunca terminó. Tengo la sensación de estar escuchando un himno, de haberla escuchado mil veces.
Circo macabro. Ahora las guitarras “tartamudean” acordes, mientras la batería abre camino hacia el estribillo a golpe de caja y plato. Al calor del descontrol / un planeta agoniza / perdemos la emisión / demos paso a las noticias. No voy a decir que es poesía porque quizá hiera alguna sensibilidad, pero si que tiene ese empuje de rock urbano. Ni que decir tiene que los coros femeninos le dan muchísima vida a los versos. Yeska tienen que ser buenos, porque es su tercer disco y tengo la sensación de estar escuchando los grandes éxitos de una banda intergeneracional.
El incendio. Momento Credence Clearwater Revival, tal vez momento Free bird para ir entrando en calor, para llegar a esas estrofas marca de la casa, un poco de Barricada, un poco de Extremoduro, pero con un enfoque más Pereza, más M-Clan y llegar a un coro que es lo que he definido antes como rock acústico, sin estar en acústico tampoco. No es pop, ni es rock de manual, es una mezcla tan rica y tan detallada que me cuesta paladear todos los matices. Por supuesto, estribillo en pocas frases que se memorizan a la segunda escucha. Por cierto, momento del disco, el punteazo que hay casi al final.
Nube pasajera. Tengo en mente la que, para mí, aun a riesgo de ser apalizado en la campa de una cantera, es la mejor canción de Extremoduro: Golfa. Con la voz más ronca, de camino al indestructible Boni, con esos punteos y esos bajos sacrificados en la carrera, el juego de la batería con los platos en medio del estribillo, como si subrayase las palabras una paz y reiniciase inmediatamente el cañonazo en el que se ha convertido la canción, que a partir del segundo puente suena un poco a Reincidentes también. Lo repito: Yeska es la mejor banda que he visto haciendo estribillos.
Reunión de desconocidos. Recuerda un poco a las guitarras de los cochinos, de los Mojinos Escocíos, pero con un poso más bohemio. Tiene una curiosa mezcla esta banda: han logrado el equilibrio casi perfecto entre ser una máquina descerebrada de dar berridos y el rollito filosofo de secano que acaba aburriendo. Yeska tiene fuerza, punteos, guitarras crudas y añejas a lo Rolling Stones, pero a la vez tiene letras bien pensadas y lo suficientemente profundas como para tenerlas que escuchar un par de veces. Entre Pereza y Platero y tú, esta canción en concreto.
Tristeza, rebelión y plomo. Última parada, no puedo creer que se me esté escapando el disquito como agua entre los dedos. Me estoy acordando de mi amigo Alberto y sus Inoxidables versionando a los Burning (con todo respeto, me gusta más que la original) en una noche sin ti. El paralelismo entre Yeska y los Burning se hace evidente a cada verso, reforzando esa aura de gran banda experimentada, como si tuvieras el the best de una banda desactivada después de cuarenta años en las tablas.
Cuando veo una buena peli, una buena serie, cuando leo una gran novela, incluso cuando la escribo, me pasa a veces que necesito un par de días de fiesta. De fiesta de todo, sin leer, ni escribir, ni ver nada que me haga usar más de tres neuronas porque me quedo tan impactado que tengo que rumiar mis propias reacciones. Pues ahora estoy igual. Una buena banda, un buen disco y lo mejor de todo, gratis. Un clic y a disfrutar. ¿Dónde cojones va a terminar el mundo de la música? En fin…
Los enlaces, antes de despedirme.
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