Que las ideas se arremolinen en tu cabeza es algo que  nos pasa a todos en algún momento que otro, pero ser capaz de plasmarlas en algo tangible, real, solo queda la alcance de unos cuantos. Es evidente que el trabajo duro, la auto disciplina impuesta para buscar un fin es algo imprescindible, la constancia se abre paso entre los muros más solidos, pero eso si, solo el talento es capaz de coronar el proceso y convertirlo en algo especial, que sea capaz de escapar de la mayoría, de asomar la cabeza entre el mar de ideas concebidas por otros que al final tratan de salir por el mismo sumidero. El transmisor ya ha cumplido con su parte, evidentemente, ahora falta que el receptor sea capaz de ser receptivo, pero eso, es harina de otro costal y si en este mundo de la música, vemos como el nivel de exigencia no siempre camina paralelo al de la calidad, que muchas veces los favores y los contactos pesan más que el trabajo bien hecho, solo aquellos lo suficientemente fuertes para no desfallecer en un mar de sordos, consiguen mantenerse en el camino.

Llega a mis mano el nuevo trabajo de Scape Land. Se que han trabajado duro en ello, que su guitarrista Diego Galindo lleva tiempo haciendo girar sus ideas para tratar de no ser uno más, para dejar salir su deseo en forma de canciones cueste lo que cueste, sin importarles que lo que se traen entre manos no sea algo al alcance del gran público, que ni siquiera puede llegar a se fácil de comprender por aquellos que se autodenominan especialistas, por los que presumen de demoler fronteras y barreras. Me contaba Diego que este «Evil mind pieces» no es un disco «fácil», como si su debut hubiese sido un camino de baldosas amarillas para el oyente que no arriesga. La ambición es buena compañera de viaje cuando  uno sabe llevarla de la mano de la humildad y sobre todo del saber hacer, así que vamos a comprobar si Scape Land han conseguido asfaltando con firmeza su paso o no. Lo primero que quiero y debo destacar de este «Evil mind pieces» es el trabajo artístico de imagen, simplemente brutal. Los diseños de JJ son una auténtica maravilla, capaces de reflejar a las mil maravillas el concepto ideado por la banda. Venga, me dejo de historias y vamos con la música, a ver que han sido capaces de parir Diego, Iván, Josema y Adrián.

Mantengo la (otra de mis) absurda teoría de que la canción que abre un disco me debe de enganchar lo suficiente, y ese go que da el pistoletazo de salida al la potencia desbordada de «Evil», canción que la banda y adelantó cumple de sobra el requisito. Compacta, mostrando el lado más agresivo de la banda sin dejar de lado ese componente melódico convertido en marca y seña de Scape Land, con una batería atronadora y el descomunal trabajo vocal de Iván. Comienza el carrusel con «Take’em out» que  remarca aún más el sonido atronador que buscan, de nuevo esa dualidad melodía/fuerza aunque la batería no deje en ningún instante lugar al descanso. «I am» es una canción que necesita de varias escuchas (realmente todo el disco lo necesita si quieres ser capaz de empaparte de lo que los músicos pretender transmitir, una sola escucha te permite disfrutar de una perfecta capa exterior, pero «Evil mind pieces» va desgranando detalles con cada escucha), ese halo de grandilocuencia añadida gracias al sonido de la guitarra, junto a ese combate sin vencedores entre los registros vocales guturales y melódicos y una parte central en la que encontramos un solo de guitarra simplemente espectacular mientras la base rítmica no deja decaer ese tono épico.

«Crazy» tiene un comienzo con apergios que puede recordar ese sonido clásico del thrash pero que rápidamente muta hacia un riff cortante con mucha melodía y debo destacar en esta canción la batería de Adrián porque consigue marcar perfectamente el ritmo de la canción. Ojo a «God’s love» que comienza como un medio tiempo con un Iván que es un jodido diamante en bruto, posiblemente uno de los vocalistas más enormes del metal patrio actual. Pero ese momento de calma solo es excusa para la entrada de la fuerza bruta perfectamente domesticada para que no transgreda ni un ápice más de lo planeado por la banda. «Don’t break me up» vuelve a mostrarnos unos sonidos de guitarras más limpios al comienzo, un bonito juego de voces que puede sorprender muchísimo a los que conocen a la banda por su anterior lanzamiento, la voz mantiene esa tendencia melódica (sin dejar de lado los característicos arrebatos guturales) mientras el colchón creado por bajo y batería junto a una guitarra que suena (durante todo el disco, dicho sea de paso) como guía conductora pero sin acaparar protagonismo. (Por cierto, llevo varios días gritando por la calle sin venir a cuento con voz más aguadentosa que gutural, don’t break me uuupppppp, mientras la gente me mira con cara asustada).

«Breath» es una corta instrumental que a mi me trae a la cabeza a Randy Rhoads y da paso a mi canción favorita del disco, «Alive», que el propio Diego me confesó que la compuso hace ya quince años y que ha recuperado y dado una vuelta de tuerca para que encaje perfectamente en lo que la banda quiere ofrecer. En «Alive» podemos encontrar cierto rollo 90’s en ciertos momentos vocales, un enorme solo de guitarra, y ese final aceleradísimo. Por cierto, queda cojonudo ese rollo medio tiempo de la canción mientras la batería va a mil por hora. «Mind pieces» cierra el disco, con una impronta muy heavy, tanto en las líneas vocales que planean por historias más progresivas a ratos, otras por el metal clásico, que es por donde van los tiros musicalmente. Scape Land no han conseguido dar un paso adelante con este segundo disco, han destrozado de una patada la jodida escalera y se han colado de un salto dos o tres paso más arriba. Sin lugar a dudas, «Evil mind pieces» les mete por derecho propio en otra división, donde solo los mejores son capaces de competir. Un trabajo espectacular en todos los aspectos.

SCAPE LAND – Evil mind pieces

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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