La novena edición del Slap! ha sido la de su confirmación definitiva como una experiencia para toda la familia. Estamos ante uno de los festivales más cómodos y accesibles del panorama nacional. No solamente por su tamaño (nada de agobios ni aglomeraciones) y la calidad de sus propuestas, sino también por la cantidad de actividades totalmente disfrutables para todas las edades e inquietudes. Este año ha ganado protagonismo la piscina al situarse junto a ella el escenario Ambar. No deja de ser un lujo poder disfrutar de buena música entre chapuzones. También se ha reforzado las actividades para los más pequeños en el Slap! kids. Tanto la Escuela de rock como los talleres de graffitti y los cuentacuentos musicales a cargo de Tachán Teatro hicieron las delicias de los más pequeños. Tampoco debo olvidarme de las actividades realizadas en la cancha como la batalla de gallos (a pesar de que el rap no es lo mío), el campeonato 3×3 de basket, el workout y la All styles battle fueron del agrado de los asistentes. Estas actividades han ganado afluencia de público, siendo este año muy superior a la de anteriores ediciones. También la roller disco ha ganado enteros gracias a su espectacular cabina con forma de fantasma.
Centrándonos en las actuaciones musicales, del viernes me quedo con el blues de los zaragozanos Humphrey & The farmeers y el rock de sabor añejo de los italianos Sugar Daddy & The cereal Killers. Su combinación de Rhythm & Blues, Swing y Boogie Woogie hizo las delicias de los asistentes mientras el sol se despedía. Aunque de este primer día los que se llevaron el gato al agua fueron Los Bengala, unos habituales ya de este festival, quienes con su energía agitaron las aguas de la piscina, y Osaka Monaurail. Los de Japón desplegaron todas sus armas a base funk y soul de impecable factura y realizaron el que fue, para un servidor, uno de los mejores shows del festival. Puede que en su pasaporte diga que son japoneses pero tienen el alma negra.
Del sábado debo destacar la sesión a base de soul, psych, garage y funk a cargo de Xtrarradio que animó al personal de la piscina. Luego Bigott vino a confirmar que es un valor seguro en cualquier festival y un tipo tan peculiar como divertido. De su setlist debo destacar la versión de 10:15 Saturday night de mis adorados The Cure y ese pegadizo Don’t stop the dance que si hubiera justicia en el mundo sería un hit hasta en Corea del norte.
Ya de noche, la voz privilegiada de Charenée Wade nos ofreció en el anfiteatro un auténtico recital de Jazz de primera calidad. Una actuación que recordaremos durante mucho tiempo. No lo tuvieron fácil Shirley Davis & The silverbacks tras lo vivido momentos antes en el mismo escenario, pero con tesón y profesionalidad dejaron un excelente sabor de boca a base buen soul. Calibro 35 fue una de las sorpresas del festival, estos italianos nos hicieron pasar un muy buen rato con su homenaje a las bandas sonoras del cine policíaco de los 60 y 70. Ya de madrugada, fue el turno de La Dame Blanche, esta cubana afincada en Francia logró ahuyentar el cansancio a base de ritmos urbanos combinados con la música tradicional cubana. Puro desparrame de energía sobre el escenario.
Del domingo, me quedo la actuación del británico Mike Sánchez, quien, a pesar del calor, hizo vibrar al personal con su piano y su boogie booggie-rock and roll. Otra actuación para el recuerdo. Los zaragozanos Irregular roots fueron otra interesante sorpresa, no soy yo muy de reggae ni de dub pero su propuesta me convenció mientras los disfrutaba tranquilamente sobre la hierba. Y no fueron la última. Los también Zaragozanos Freedom vibration fueron la última de las sorpresas de esta edición del Slap! Con su espectacular sound system diseñado y fabricado por Javier Pérez y Carlos Carnicer (surgidos de The Irregular Roots), me cautivaron mientras cabalgaban eufóricos y sin piedad sobre surcos de reggae y dub. Un auténtico broche de oro al festival.
Hasta aquí lo vivido un año más en el Slap! Un festival que gana enteros cada año, veremos que sorpresas nos deparan para su décimo aniversario. Impacientes estamos.
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