Que a mi la Srta Hart me pone como una moto lo saben hasta en los más recónditos lugares. Incluso debajo de alguna piedra, en una indómita piedra, alguno dice, «disco nuevo de Beth Hart, ya está el cabrón este babeando». Sus dos últimos discos se han convertido en homilía para un servidor, especialmente «Better than home» y entre eso y la objetividad, es como las resacas, que he aprendido a ignorarlas y que no me condicionen en demasía. Me encuentro con que Beth Hart se me planta frente a las narices – si, eso es la magia de la música – que uno puede sentir e imaginar que el artista en cuestión te canta solo para ti, aunque en realidad ni siquiera llegue a saber jamás quien eres, que por otra parte, también está bien, porque en estos tiempos de internet y comunicación al instante, estamos matando el misticismo de la estrella de la música, convirtiéndola en compañera de chat como si fuese tu jodido vecino de arriba. Así que me preparo para una velada con Beth Hart, de la que dicen algunos que ha perdido fuerza escénica. Puede que sea cierto, que ya no es esa bestia salvaje de hace poco, que ha decido tomar el camino del soul y las grandes voces para convertirse en musa de mi valhalla personal e intransferible.
Comienzo el disco con ese soul poderoso que es «Let`s get together» y sin casi tiempo de limpiarme el sudor después de bailar a su ritmo, se nos pone con el sentimiento a flor de piel gracias a la intensa «Baddest blues». El ambiente intimista que Beth pretende imponer durante toda la grabación (y consigue) nos lleva de la mano a movernos con sensualidad mientras desde el escenario suena el jazz salvaje de «Jazz man» en su desgarradora garganta. Guitarras gruesas y sonidos rockeros en la garganta de Beth rompen la noche en «Delicious surprise», un ataque frontal recibido con ansias. Tras tamaña demostración de fuerza, hay que ir rebajando poco a poco, y por eso, ese bajo que se mete en el estómago y te hace sentir mariposas te lleva en volandas junto a la voz, para palmear todos juntos y corear «Broken and ugly». Beth nos cuenta que «St. Teresa» es una canción maravillosa y asentimos en ese acto de fe que solo los creyentes podemos sentir mientras vivimos sin vivir en nosotros, porque tan alta vida esperamos fundidos en la voz de Beth. Una mirada a su pasado como ella misma cuenta nos lleva directos a «Isolation», una canción con la que siempre termino marcando el ritmo con mis dedos.
Todos callados que llega una de esas canciones que me hacen florecer los sentimientos, que me pone la carne de gallina, la desgarradora (y siempre me ha parecido muy Aretha) «Tell her you belong to me». Guitarras aullando para que suene «Fat man», rock and roll baby. Sigue ese ritmo de apabullarnos y arrullarnos alternativamente, y tras el derroche anterior, llega la calma poderosa del soul de «Love gangster», y esa forma de cantar que te mece en sus olas. Seguimos mirando atrás, turno de «Leave the light on», más caramelo para mirar de reojo al personal con media sonrisa. Renace la fuerza con «Can’t let go», energía a raudales, del frío al calor y viceversa. Sonidos Led Zep para «For my friends», Beth sabe que el hard rock también forma parte de su forma de ser. «No place like home» pone punto final a un directo, que si bien es cierto que le falta un poco más de intensidad a veces, es una gran forma de encontrarse frente a frente con Beth Hart.
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