Alguna vez he hablado de las maravillas y miserias de las redes sociales, pero creo que esto no lo había dicho nunca. Lo mejor de tener una batería de amiguitos que saben de música es que ellos comparten temas que les gustan y me sirve para descubrir nuevas bandas. Eso me pasó con este grupo, si no es por una publicación de Facebook, jamás los hubiera descubierto. No están en el terreno que más domino, ni el que más me entusiasma por regla general, pero he de reconocer que hay artistas que están por encima de los estilos, que son cultura popular en sí mismos. Johnny Cash, John Lee Hooker, Tony Bennet, los Ramones… hacen música más allá de rock, punk, country… Me pasa lo mismo con gente como Gnarls Barkley o Amy Winehouse; no entiendo mucho de su rollo y soy plenamente consciente de que no me deberían gustar, pero me flipan, así que vamos a acelerar. One, two three… ¡Hey you!
There will come a time (Hey, you!). Dicho así fácil, rápido y para toda la familia: me vuela la cabeza. Amy Winehouse en su mejor época en las estrofas cruzándose con los Gnarls Barkley de Neighbors. ¡Qué voz! Como cuando la difunta Amy se ponía a cantar, que estaba el batería chasqueando los dedos y el guitarrista silbando bajito para no pisar el terreno de semejante maravilla de la naturaleza. Y la instrumental, una especie de electrónica muy influida por vinilos setenteros, como Gnarls Barkley. No puedo decir más. Lo mejor del disco y de lo mejor que he escuchado este año.
I’m done. Esta tiene un rollo un poco Beatle, como las estrofas de Help!, que por cierto enlaza con la portada. Un bajo poderoso y una guitarra Funky al servicio de la voz de Aurora, con un estribillo muy a lo Franz Ferdinand, pero con algo de Jean Michel Jarre, digamos a falta de un término mejor “atmosférico”. Es un grupo muy completo, una mezcla muy cohesionada. Cada vez que lo escucho saco matices nuevos.
Bloody eyes. Una guitarra que es una mezcla del riff de Barracuda, de la Heart y el gran Tommy Iommi, con ese punteo cadencioso, no lento si no tranquilo, como si cada nota se deslizara por el aire al paso del barniz deslizándose sobre un lienzo. La voz no es tan demoledora, tiene un punto onírico, un pelín más aguda hasta romper en una melodía a lo Summer in the city, mucho teclado/órgano y la guitarra cruda. La ventaja de teclados así, como los Doors en The end es que te permite “vagar” por la canción hasta terrenos no explorados, como le pasaba también a Pink Floyd.
Don’t waste more time. Éste principio sí que suena a Franz Ferdinand, sobre todo Do you want to, y va derivando a una especie de post blues-rock para estallar en un estribillo a lo Credence. Cada vez que oigo la expresión “waste…time” me vienen a la cabeza mis paisanos Elenco, aunque en este contexto no peguen mucho, ellos son más nu-metal…
Spiders. Comienza a lo Simon&Garfunkel, The sound of silence, pero con la voz de Aurora buscando tonos más graves. Poco a poco se normaliza en una especie de homenaje a los Doors y sus eternos teclados, pero la voz de Aurora es como una fuerza de la naturaleza y pasa todo por encima. Es como estar en un túnel de viento, sólo te queda sujetarte.
Holding on. Parece que estamos en una peli en blanco y negro, con Aurora cantando en el escenario de un bar y el público embelesado, esperando a que aparezca Humphrey Bogart. La única diferencia son los efectos, y la batería, que marca el ritmo con autoridad.
Tune out the noise. Canción que le da título al álbum. Me estaba acordando de Nancy Sinatra. Si There will come a time (Hey, you!) es el bombazo del disco y Bloody eyes es la más doorsiana (Reverte, anota para la próxima revisión del diccionario), esta es la más bailable. Llevo un cuarto de hora silbándola y mascullando entre dientes la parte del bajo. ¡Qué punteo más psicodélico! Ese bajo está hecho una locomotora, me estaba acordando de la canción de Vertigo, de U2. Estos chicos podrían hacer el mismo videoclip.
Time machine. Última parada, y lo digo con una pena que pesa media tonelada. Se me ha ido el disco en un momento. Aquí manda el teclado, hasta que sale la voz. Voz y batería mano a mano, con la guitarra sólo para enfatizar algunas partes y el bajo dando una especie de estabilidad interna.
Fantástica, ha sido media hora tremenda. Lo cierto es que me recuerda mucho a lo que me paso con Gnarls Barkley. St. Elsewhere lo tuve en reproducción cíclica en el mp3 durante meses, hasta que me lo había memorizado por completo. Aún tengo en la memoria la gran parte. Como he dicho al principio, no es un grupo de rock, ni de jazz, ni de blues, ni de electrónica. Es como un rock setentero con influencias modernas y cierto poso hasta funky en ocasiones, una mezcla compleja, música con muchas capas que descubre nuevos discos a cada escucha. Me muero por verlos en directo.
Antes de despedirme, básicamente para volverme a poner el disco, los enlaces de la banda:
Web http://www.auroraandthebetrayers.com/
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Contratación: Promosapiens [email protected]
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