Ayer nos levantábamos con una muy mala noticia, al menos para aquellos que amamos el metal, que lo necesitamos como ese motor de arranque para dar un patada a todo lo que intente jodernos. Ayer nos levantabamos sabiendo que Vinnie Paul nos dejaba para siempre, que sus impresionantes breaks volverán a ponerse al servicio de su hermano, Dimebag, de nuestro Dimebag, porque quieran o no, Pantera es de todos los que vivimos el metal en los noventa cuando muchos iluminados no daban un duro por este estilo de música, cuando otros se deshacían de sus discos porque ya no era la puta moda, ya no quedaba bien hablar de heavy metal sino poner cara triste, rescatar las camisas de cuadros e idolatrar nuevos héroes a costa de sacrificar a los antiguos. Aquellos que mirando hacia abajo no podían hacer otra cosa que rendirse ante la evidencia de que Pantera eran imbatibles, de que eran la última gran banda de metal de los noventa con todas sus consecuencias. Sabemos que Pantera nunca volverán, Phil Anselmo está demasiado enrocado en su megalomanía, en su estupidez continua tan amplia como su jodido talento. El bueno de Rex, además de un músico brutal, siempre será la cara amable de una banda que escupía rabia a raudales. Dimebag y Vinnie ya no están, y lloramos ahora por el batería, partimos nuestras camisas en señal de duelo escuchando su música, la única manera conocida de regalarle a un músico la inmortalidad.
Por eso mi mejor y única manera de mostrar mi cariño hacia Vinnie es hablar de uno de sus discos, y no lo haré de «Cowboys from hell» que fue un puñetazo en la mesa, la manera definitiva de llamar a la puerta derribándola de una jodida patada. Ni lo haré de «Vulgar display of power», posiblemente su obra maestra en cuanto a popularidad. Hoy voy a rescatar el que posiblemente sea mi disco favorito de la banda aunque mucha gente no lo termine de entender, si, soy así de cabrón, nadando a contracorriente siempre, como Pantera. «The great southern trendkill» es ese grito sureño de una banda nacida para morir matando. El esputo sangriento del que agarra a la vida por los cojones sin importarle el más allá. «Great southern trendkill» es la violencia sureña de una vía por la que escapar. Y aunque el disco se abra con la impresión de que no hay novedad en el frente, con Pantera sudando rabia con la canción título, el grito de Anselmo, el riff omnipresente de Dimebag, esa batería de nuestro ya mismo añorado Vinnie.
«War nerve» sigue cimentando esa sensación, de que un puto portón de acero se te viene encima en forma de riff, tralla y más tralla, ni prisioneros ni hostias. Pero cuidado que vienen curvas y «Drag the waters». Sube la intensidad a base de sacrificar velocidad, el jodido pantano va adquiriendo protagonismo, el sonido de batería es imprescindible para bajar revoluciones pero sonar tan potente. «10’s» corta la densa bruma como un cuchillo, oscura y pesada, casi enferma diría yo y ¡vaya riff!. Por si no teneis suficientes, el inicio de «13 steps to nowhere» con la batería y la guitarra como auténticos protagonistas y Anselmo cantando como un poseso, enfangados en el mundo del sludge. «Suicide Note Pt1.» hizo saltar las grapas de más de uno, Pantera marcándose una canción acústica con Anselmo cantando sobre sus adicciones, ¡y que canción!, y saltamos a «Suicide Note Pt 2» y se les olvida toda la belleza de la composición anterior para volver a ponernos a hacer pogo como posesos, como si nos fuese la vida en ello. Riff, cabrones, riff, es lo que comanda «Living through me (Hell’s wrath)», de esas patadas en los cojones que les gustaba meter aunque con un guiño industrial por ahí metido.
«Floods» es una auténtica obra maestra, ese comienzo de calma amenazante con acústica y ese arranque a mitad de la canción con un riff infernal que te taladra la mente. «The underground in America» es puro Pantera, pero sin perder de perspectiva lo que nos querían decir por entonces y es que esos violines distorsionados son la prueba. Cierran el disco abriendo las puertas del infierno con «Sandblasted Skin» y nos dejaron un disco fabricado para no dejar indiferente a nadie. No se vosotros pero yo echo de menos a Pantera y toda su mala hostia. Vinnie tío, descansa en paz y que sepas que tu música, al menos por mi parte, seguirá sonando.
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