Que paren el tiovivo que yo me bajo. Me habré hecho mayor sin darme cuenta pero reconozco que no le he visto la gracia a esta película por ningún sitio. Otra actualización del mito del espía británico que me deja bastante helado. Este Kingsman arranca bien con un Colin Firth francamente arrebatador en una película bastante macarra, bien. El film se ve con agrado gracias a un humor muy inglés y unas excelentes escenas de acción. El reparto es otra baza a tener en cuenta, ahí están Michael Caine y Mark Strong. Qué demonios, hasta aparece Mark Hamill en esta gamberrada con estilo. ¿Puede seguir funcionando en pantalla el tópico del gentleman británico? Pues parece que sí, aunque todos sepamos que los británicos suelen tener más de hooligan que de gentleman. Sin embargo, la broma pierde fuelle pasada la primera mitad. Los chistes dejan de tener gracia y las escenas de acción resultan excesivas por su duración y su hemoglobina desaforada. Lo dicho, igual soy yo o me pilló en un mal día, tampoco le vi el carisma por ningún lado al joven Taron Egerton. Una buena parte del fracaso del film se debe a que el caricaturesco villano interpretado por Samuel L. Jackson no resulta ni creíble ni temible en ningún momento. Más bien resulta patético e insoportable, una caricatura sin gracia. Ni siquiera su peculiar forma de hablar resulta especialmente graciosa. Al menos, su letal esbirra (como debe ser todo esbirro de cualquier villano que se precie en este tipo de cine) sí resulta memorable.
Que nadie se lleve a error. Me parecen estupendas las parodias y las actualizaciones de mitos cinematográficos, pero hay que saber hacerlas. La carrera del director Matthew Vaughn no es ninguna maravilla aunque contiene buenos ejercicios de desmitificación como Layer Cake o Kick ass. Esta vez la jugada no le ha salido tan redonda. Aquí la cosa no daba para dos horas y se nota. Y mucho. Pasada la primera hora asistimos a un cúmulo sin sentido de escenas de relleno, lugares comunes y chistes de brocha gorda que no consiguen ahuyentar la sensación de vacío. Tampoco esa brutal escena en la iglesia (cuya violencia me apreció gratuita y sin gracia) me pareció nada del otro mundo. Demasiada acción coreografiada y mucho efecto digital para una trama agotada. En otro momento cientos de cabezas explotan en una especie de fuegos artificiales que parecen patrocinados por Disney. Realmente, no entendí la gracia.No he leído el cómic de Mark Millar y Dave Gibbons pero dudo mucho que sufra un bajón tan grande pasada la primera mitad.
Una pena. Hay quien habla de esta película con verdadero fervor, no hace mucho se estrenó la segunda parte (habrá que verla, sin prisa) e incluso se ha editado en DVD dentro de una serie de películas de culto. No lo entiendo. Me habré hecho viejo.
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