Se me escapó el esplendoroso debut de los suizos Sons Of Morpheus en 2014, lo escuché casi en 2016 y no creí conveniente hacer reseña a toro pasado. Esto no quiere decir que no lo devorase cual depredador a su presa porque es una absoluta maravilla setentera repleta de gigantescos riffs y desarrollos absolutamente demoledores.
No me extraña que lo petasen en su momento y, para el que se supone que es su ‘disco de confirmación’ con Nemesis (2017), todas las miradas iban a estar puestas en su nueva colección de canciones de las que ya han ido presentando algún tema en directo en los bolos que la banda dio en 2016 en nuestro país.
Ha llegado la hora de irnos a Basel (Suiza) para daros a conocer de primera mano lo que Manuel Bissing (guitar, vocals), Lukas Kurman (bass) y Rudy Kink (drums) se traían entre manos.
Como ya dije en mi ‘Face’, el single se titula «Monotone» pero este disco dista muy mucho de ser ‘monótono‘, lineal y aburrido. ‘PRESS’!!!…
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Lo primero que sientes cuando escuchas por primera vez Nemesis (2017) es una sensación de tranquilidad, su acorazado blues rock psicodélico continúa ahí, el nivel compositivo es insultante y siguen mostrando músculo que es lo que, posiblemente, me temía que fuese a reducirse habiendo subido como la espuma su popularidad. Menos mal. A la vez, me inunda contundentemente la misma sensación de intensidad y de fuerza que me poseyó en su debut, los Sons Of Morpheus son una máquina setentera bien engrasada, un animal desbocado de otra época, a la vieja usanza (este disco está grabado en directo en el estudio) un ente que deja fluir su tremenda capacidad instrumental y planea libre por el desierto, por el universo o por los legendarios trastes de Jimi Hendrix.
Manuel, Lukas y Rudy se han marcado un discazo en toda regla, con una primera parte claramente más, digamos, ‘moderna’, más S.XXI imponiendo músculo desértico con tormentas arenosas del calibre de «Black Knights», «Down» (¡demoledor RIFF!) o «Cage» (en este sentido los veo muy cercanos a los islandeses The Vintage Caravan) y acercamientos a Josh Homme y sus QOTSA como el citado «Down» en su parte menos bestia o el obsesivo «Monotone». Pero el disco cambia clarisimamente en su segunda mitad dejándose poseer por el fantasma de Hendrix y Cream y volviéndose clarísimamente más ‘jammy’ y psicodélico caso de un «Amanita Muscaria» emborrachado de LSD (y Fuzz) o un «Riding The Wave» que parece haberse parido encima del escenario del Woodstock ’69 junto con el liberador y machacante blues rock ‘a la Hendrix‘ «Free Your Soul». No destripo más, hay mucho por descubrir, ¡mucho más! porque el talento de este trío de chavales es absolutamente insultante. Está claro que la presión del segundo disco no les ha afectado lo más mínimo.
CHECK IT!!!…
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