Eterno candidato al premio Nobel de literatura, el estadounidense Phillip Roth ha sabido plasmar en sus novelas una atmósfera pesimista donde se expresa la ansiedad y miseria de una sociedad americana con todos sus miedos y estatus. “Pastoral americana” es la primera de la llamada “trilogía americana”, junto a “Me casé con un comunista” y la espléndida “La mancha humana”, de la que existe una mediocre adaptación de Robert Benton, con Anthony Hopkins y Nicole Kidman. Recuerdo que cuando la leí hace algunos años, me impactó su descarnado estilo, como narrar el desplome de una familia burguesa de un hombre hecho a sí mismo, héroe en el instituto, que continua el negocio familiar (una fábrica de guantes) y se casa con una ex “miss”. Todo ello gracias al ardor revolucionario de su única hija que con el paso de los años inicia un declive moral y ético del que ese pobre hombre no llega a recuperarse. Y para más inri, narrado a lo largo de más de veinte años por su “alter ego”; el escritor Nathan Zuckerman.
Por lo tanto, difícil empresa es llevar a la gran pantalla una obra tan compleja, solo capacitado para unos pocos, por lo que se antoja tarea imposible para un debutante. Pero es lo que tienen los actores, se creen por encima de sus propias capacidades. Y en este caso, Ewan Mc Gregor acomete como un veterano su salto de delante a detrás de las cámaras. Y, a ver, el argumento y la historia es tan buena que es casi imposible hacer una mala película, aunque con esos mimbres lo mínimo exigible es un resultado final notable y no una mediocridad como “American pastoral”. De hecho, siempre se ha comentado respecto al guion, que con una sobresaliente historia lo mínimo que se puede conseguir es un filme mediocre que es lo máximo a lo que puede aspirar un pésimo argumento. Son los problemas de quienes suelen tenerlo todo, que al final llegan a la desmesura, a la hibris y al pensar que son mejores de lo que realmente son, pues con una “opera prima” se suele abarcar temas que son conocidos, aprendiendo el oficio y realizando mejores películas y con más pretensiones.
El trabajo del “libreto” ha sido encargado a John Romano, un especialista en series y que traslada la compleja novela en forma de una larga elipsis que desde el inicio cuenta el final, aunque sin desvelar la amargura de ese “hombre bueno” que enfocó la vida de forma recta y que su mujer y su hija le fueron dando la espalda hasta su muerte. La pena es que la lucha con su esposa no está tan bien definida como con su hija y el protagonista, apodado “El sueco” acaba siendo demasiado bueno o demasiado estúpido, lo que al final acaba resultando “cargante”. En lo que si funciona bien es en el trabajo actoral, ya que sus tres principales intérpretes funcionan, tanto Ewan Mc Gregor, como las dos féminas; Jennifer Connelly y Dakota Fanning que destacan junto a la buena partitura de Alexandre Desplat. Sí falla algo la puesta en escena, muy mecánica, trabajo artesanal de dirección y una deficiente ambientación, pues no se percibe el paso de los años y un mejorable maquillaje. Podría haber sido una maravilla y se queda en un suspenso alto y en una cinta más reaccionaria que en el original, aunque ya sabemos que los aspirantes a cambiar el mundo desde abajo, intentan convertir a todos en iguales y si no es así se extermina, ya que nada les puede impedir construir su “arcadia feliz”. La idea prima sobre el individuo y por lo tanto el grupo también… siempre y cuando piensen igual.
Has empleado una poco efímera descripción
Gracias por leer la reseña y por el comentario. Efímero (de momento) es el paso de Ewan Mc Gregor por la dirección.