Ahora que sufrimos una plena eclosión de las bandas tributos y el debate que se trae entre manos, opiniones hay para todos los gustos, faltaría más. Personalmente no tengo nada contra las bandas tributos, incluso al comienzo tenían su gracia, pero la saturación que tenemos de ellas, está haciendo que me sienta un poco hastiado de tanto intento de copia, muchos sin talento o al menos conocimiento de causa. Con dos cojones el que es capaz de sacar adelante un repertorio complicado y no morir en el intento, ese mi respeto, pero cosas que veo y oigo, no amigos. Eso si, para mi otra cosa diferente es la banda de versiones o el disco de versiones, algo necesario para el rock and roll porque es su puta escuela, es pupitre en el que arañar con el compás tus sueños y necesidades. Rara es la banda que no se ha marcado su disco de versiones, y algunas evidentemente con más fortuna que otra, o más respeto y falta de miedo a no hacer una mera copia, sino insuflarle la suficiente personalidad.
De la multitud de discos de versiones que pululan por ahí, uno de mis favoritos desde siempre fue aquel que se marcaron los Porretas revisitando esos éxitos del rock madrileño pasado por su batidora. Así que cuando supe que estaban prestos a sacar una segunda parte, mi gozo no cabía en un pozo, como se suele decir. Y esta vez, se han decantado por todas esas canciones, que rockeras o no, todos hemos cantado más de una vez, que sobreviven en nuestro subconsciente, y que estos veteranos del rock de la capital, han sacado a la luz para que nos divirtamos un rato grande. Con su peculiar rock con vaivenes ska, las canciones no pierden su esencia pero ganan ese punto Porreta que les hace inconfundible.
Comienza el bombardeo con una versión bastante rockera del «Resistiré» del Dúo Dinámico que ya sabéis que es una adaptación al castellano del «I will survive». Seguro que tanto a Pablo Carbonell como a Raimundo Amador les gusta esa revisión ska que se han marcado de su «Ay que gustito para mis orejas», que letra más canalla se marcó el bueno de Pablo. No podía faltar la canción señera del rock patrio, «La chica de ayer», con un ápice más de velocidad que la original, la terminas cantando a dúo con Porretas. Adrenalítica versión de «Libre» de Nino Bravo, que si la tocan en directo puede montar la mundial. Vuelta de tuerca con trompetas incluidas para deleitarnos con «Al calor del amor de un bar». ¿A ver, quien no ha cantado aquello de «y se marchó, y a su barco le llamó libertad?», pues los Porretas agarran por el cuello a Perales y se marcan un cojonudo «Un velero llamado libertad».
Sin lugar a dudas, una de mis canciones favoritas del rock de este país es «El blues del autobús», esa forma de Miguel Rios de contar la vida en la carretera, que tampoco podía faltar. A estas alturas de la película, ya todos sabemos que esa sonrisa socarrona significa que «Soy un truhán, soy un señor», y si amigos, como diría Julio Iglesias, y lo sabes. Coño, si es que estos tíos parece que han decidido que tenemos como favoritas e imprescindibles muchas canciones, cuantas veces he cantado «El rompeolas». Corren tiempos en los que es necesario recuperar a Jarcha y su «Libertad sin ira». Seguimos para bingo, con Asfalto y nada menos que «Rocinante», pelos como escarpias. No podía faltar tampoco otra de las grandes canciones del pop hispano con una letra cojonuda, «Insurrección» con la que Porretas rinden rockero tributo a El último de la Fila. Para cerrar, la sintonía de Benny Hill. ¡Si es que estos tíos son enormes, coño! ¡¡Ah, y por supuesto y por siempre Rober!!
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