Los hermanos Jean Luc y Pierre Dardenne saltaron a la fama en 1996 con su tercera película “La promesa”, estrenada comercialmente en España gracias a su “Espiga de Oro” en la SEMINCI vallisoletana. Desde entonces, han logrado ser unos asiduos a los festivales europeos, sobre todo Cannes donde han estrenado todas sus posteriores producciones y ganado dos “Palmas de Oro” con “Rosetta” (1999) y “El niño” (2005). Cine rodado con no demasiados medios, comprometido pero con una característica que les hace superiores a buena parte de sus “colegas” militantes.: suelen dejar la propaganda a un lado, no dictándonos que pensar preocupándose en narrar bien la historia más que en emitir consignas y mensajes. Talento puro. El mejor cine social que uno puede ver, incluso por encima de Ken Loach o los documentales de Michael Moore.
Esta reciente “La chica desconocida” vuelve a ser la epopeya de una joven contra un sistema inhumano, que entronca con su anterior “Dos días y una noche” donde el personaje de Marion Cotillard tenía que convencer, en ese lapso de tiempo, a la mayoría de sus compañeros para que renunciasen a su paga extra para que ella no fuese despedida. Aquí es una joven médico, capacitada y con vocación, que una noche cuando ha terminado de pasar consulta, tras una agotadora jornada, no abre a alguien que llama a su puerta. Al día siguiente la policía comprueba que esa persona era una inmigrante africana que pulsó el telefonillo muy asustada y que ha aparecido muerta en una cercana obra. A partir de ahí, la doctora empezará a investigar la identidad de la fallecida, tanto por mitigar un sentimiento de culpa como por hacer justicia a esa “chica desconocida”. Una cinta que parece sencilla, rodada sin banda sonora y filmada con una, en principio, modesta puesta en escena pero que trata temas tan importantes como la violencia sobre las mujeres, la sanidad pública o el drama de la inmigración en los países occidentales. Todo ello velado, y eso es lo mejor, tras una trama policiaca donde la profesional de la medicina investiga como moderna detective la identidad de la desconocida mujer, chocando de forma frontal, con la policía, con un sistema donde los seguros médicos están dejando relegada a la sanidad pública o las mafias que controlan la prostitución y las drogas en los barrios del extrarradio. Un guion acertado, sumado a la brillante e hierática actuación de Adéle Haenel, muy de corte “bressoniano”.
“La chica desconocida”, tal vez, no esté a la altura de los mejores largometrajes de estos dos cineastas belgas pero con sus limitaciones se encuentra por encima de la gran mayoría de estrenos que hay en la actualidad y es una muestra más de una filmografía con vocación de trascender y que a buen seguro llenará los libros de cine en un futuro y que demuestra que se pueden contar cosas importantes, injusticias y desigualdades del sistema, sin caer en la demagogia, la agitación y la propaganda.
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