La gente de Rock Estatal siguen peleando por la escena rockera de este país, y esta vez nos presentan el segundo disco de Carroña. Lo primero que quisiera destacar es la presentación del disco, muy trabajada y original, con forma de carpeta como la que llevábamos al instituto, un perfecto envoltorio para las doce canciones que conforman este nuevo disco de la banda, doce balazos de rock urbano, punk y rap core. Han conseguido mezclar las influencias más «típicas» con otras procedentes del rock facturado en otras esferas como es el caso de las guitarras de la canción que abre el disco, «Hay que morir primero», con ese modo al metal alternativo de los 90 más resuelto aún con las frases rapeadas en una canción muy agresiva. «Mariposas kamikazes» toma la vía más punk, directa al cuello, sin dejar títere con cabeza. «Mano a mano» sigue siendo punk rock pero esta vez resuenan ecos de ese sonido sucio acorde al que se fabrica en el norte de Europa.
El disco entra en una fase más propia del rock callejero con canciones como «Que no me entero» o «El arte del perdón», donde también se desenvuelven ágiles aunque debo reconocer que me convencen más cuando deciden tirar de ese caché sucio y agresivo de las primeras canciones del disco. «El piorno» vuelve a sacar a relucir la agresividad musical de la banda y en «No somos de seguir las normas» el punk hace acto de presencia de nuevo entrando en una fase de potencia acelerada que se confirma con la durísima «¡No!», con la colaboración vocal de Podri de Rat-zinger. «Faust and roll» te saca una sonrisa, mil historias vividas como homenaje al rock and roll vivido, y su chulería propia de unos Leño. «Amor y asco en Carabanchel» posee unas guitarras muy propias del mejor rock madrileño, mostrando otra de las influencias de la banda.
Para terminar el pase, buscan caminos más melódicos, medios tiempos sentidos y currados como «Un vago rumor» y «Suenan disparos», mostrándonos un disco variado y acertado en cada momento.
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