Posiblemente, que digo, casi seguro que jamás nos podremos de acuerdo respecto a Joe Bonamassa. Para unos es uno de los nuevos mesías del blues rock, para otros, alguien cuyo éxito se ha inflado de manera inesperada. Como dije al principio, es complicado ponerse de acuerdo, porque pienso que la cosa circula por una carretera secundaria que cruza ambas grandes autopistas de opinión. Bonamassa técnicamente es un gran guitarrista, eso es algo complicado de cuestionar, eso lo reconocen posiblemente hasta sus mayores detractores. Pero también es cierto, que un bluesman no solo necesita una gran técnica, incluso me permitiría decir, no que no sea necesario, pero si que no tiene porque estar en lo más alto de la pirámide. El sentimiento, la emoción es algo fundamental, un solo tiene que estremecerte más que maravillarte, y seguramente, ese es el punto flojo de Bonamassa, por donde le vienen siempre los ataques, por donde sus tropas se encuentras más desguarnecidas, porque aunque algunos añadan que sus composiciones también andan un escalón por debajo, ahí no estoy de acuerdo, es más, su último álbum de estudio,a mi personalmente me parece un disco bastante bueno.
Lo que si es cierto, es que cuando el guitarrista se acompaña de alguien capaz de compartir protagonismo, llamese Black County Communion (que gracias a Dios vuelven a estar activos) o con la diosa Beth Hart, brilla con luz propia, tal vez, porque los focos no se fijan solamente en él. Pero lo que nadie le puede negar, y ojo, que es ese punto accesible, esa cara amable para la gente no conversa aún al blues, esa puerta de entrada a un género en el que cuando entras, ya es complicado salir, y solo por eso, se merece al menos, el respeto de la escena. Este disco en directo es a la vez fácil y complicado, un triunfo asegurado y un trampa mortal. Revisitar canciones de tres grandes como Albert King, Freddie King y B. B. King, es capaz de enganchar al más pintado, hacerte pasar un buen rato con una cerveza en la mano o conduciendo sin destino por la carretera. Trampa, pues que las comparaciones siempre son odiosas, y más, tratándose de los «tres reyes del blues», y de canciones oídas y versionadas hasta la saciedad.
No seamos ilusos, Bonamassa se acompaña de una banda de lujo y el sonido no lo es menos, así como el repertorio por lo que es muy complicado no disfrutar al máximo de este doble cd grabado en el angelino The Greek Theater. A mi personalmente, Bonamassa me gusta, disfruto de su música, de su forma de tocar. Cabeza visible de una generación de guitarristas de blues maravillosos, se ha convertido en la llave necesaria, él lo sabe y está aprovechando la jugada, añadiendo sus ganas de trabajar que lo lleva del estudio a la carretera y viceversa continuamente. Mi consejo, disfrutad del disco, de las canciones, de la música y sacad otra cerveza bien fría.
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