Soy fan de The Cure casi desde que tengo uso de razón. Hace más de 30 años que los descubrí y su música me ha acompañado desde entonces. Reconozco que soy del núcleo duro de fans que prefieren su lado más atormentado frente a su lado más pop. Esta era la sexta vez que iba a verlos en directo y estaba seguro que iba a ser otra noche memorable.

Y así fue. Robert Smith sigue haciendo alarde de una voz prodigiosa que se mantiene perfectamente a pesar del paso del tiempo. El resto le sigue de cerca, cabe destacar un Simon Gallup impresionante por el que no pasan los años. Gallup sigue siendo ese macarra (pantalón híper ajustado, camiseta sin mangas de Iron Maiden y bandera del Reading FC) que recorre incansablemente el escenario de un lado para otro. En un grupo formado por hombres de mediana edad, Gallup es ese elemento dinamizador que anima al público con sus poses (impagable ese bajo en las rodillas) mientras ejecuta a la perfección su cometido musical. El concierto sirvió también para evidenciar la perfecta fusión de Reeves Gabrels al sonido Cure. El guitarrista demostró ser un versátil virtuoso y haberse adaptado perfectamente al sonido del grupo e incluso brilló en Never Enough, Wrong number o A night like this. Aún no hay material de The Cure con Reeves como guitarrista (si exceptuamos el single Wrong number) pero la cosa puede ser interesante. Por su parte Roger O’Donell estuvo a la altura habitual, sus teclados son otro elemento clave en The Cure, también Jason Cooper a las baquetas estuvo más que acertado. Con un montaje sobrio pero efectivo, The Cure hicieron gala de un muy buen sonido (a pesar del rebote característico de este tipo de recintos) y una profesionalidad a prueba de bombas.

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Así pues, tenemos a un grupo en plena forma que vino a darle a sus fans lo que pedían, no había presión por presentar nuevo material que vender. Visto el lleno que presentaba el Palau Sant Jordi, poco importa que no traigan nuevo disco bajo el brazo. Con un muestrario de canciones tan redondas como el de The Cure, es muy difícil que el nuevo material esté a la altura. Hace tiempo que no lo está, todos lo sabemos, y Robert Smith parece haber aceptado que lo que el público quiere escuchar son sus clásicos de siempre. Y por ahí fue la cosa. A parte del tema nuevo todavía no publicado, el no muy prometedor It can never be the same, el tema más nuevo que tocaron (Wrong number) data de 1997. Los últimos 20 años de su carrera fueron obviados. No tocaron nada de Wild mood swings (1996), Bloodflowers (2000), The Cure (2004) ni 4:13 Dream (2008). Mejor así. 

Cabe destacar la inclusión en el set list de esta gira de canciones no muy frecuentes como Kyoto song, Sinking, Charlotte sometimes, Burn o Three imaginary boys. Fueron las únicas sorpresas. Como ya viene siendo habitual, empezaron con Open y acabaron el primer tramo con End. Una a una se fueron sucediendo todas las canciones que han hecho grande a The Cure. Inbetween days, A forest, Push, Just like heaven, Play for today, The walk, Close to me, Pictures of you, From the edge of the deep green sea, Lullaby, etc. Por cierto, tocaron 7 de los 10 temas de The head on the door (1985). The Cure demostraron estar en plena forma, canciones como Primary o One hundred years sonaron más poderosas que nunca. Un repertorio ideal para cualquier fan de The Cure y ejecutado magistralmente. Ya quisieran muchos grupos de éxito masivo tener un set list así de jugoso con el que poder deleitar a su público durante 2 horas y media. Hubo comunión con el público, sí, y esa sensación de que el tiempo se ha detenido e incluso hemos vuelto a nuestra adolescencia.

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Si todo hubiera acabado ahí, la noche hubiera sido simplemente ideal. Sin embargo, en el cuarto encore Smith decidió darse un apoteósico baño de masas a base de sus canciones más bailables. Así sonaron Friday I’m in love, Hot, hot, hot!!, Boys don’t cry y la traca final vino con Why can’t I be you. Un final bailable que el público agradeció enfervorizado y que, en mi opinión, no desmerece las dos horas y media previas pero deslució un poco el conjunto. Es muy digna y respetable la decisión de acabar con sus temas más bailables, todo el mundo tiene derecho a ser feliz (incluso Robert Smith). Simplemente ocurre que yo hubiera elegido un final menos fiestero. Quizás este último tramo hubiera encajado mejor en un festival, en el que acude un público más heterogéneo que puede que no conozca en profundidad la discografía del grupo. Cuestión de gustos. Repito que pertenezco al núcleo duro de fans.

En resumen, el concierto fue un excelente ejercicio de pura nostalgia con final (demasiado) feliz.

 

by: Luis Cifer

by: Luis Cifer

Luis Cifer, nació en la ciudad del cierzo. Se dice que siempre viste negro, que Luis no es su nombre real y que duerme en la calle. Otros dicen que tiene un trabajo, que no bebe alcohol e incluso que es padre de familia, pero no hay nada confirmado. También se le puede encontrar en su blog de cine.

1 Comentario

  1. Charlotte Sometimes

    Pues efectivamente, totalmente de acuerdo. Yo soy fan de las de toda la vida y me encantó que tocaran canciones como ‘Push’ y ‘Charlotte Sometimes’ pero desde luego ‘Friday I’m in love’ y ‘Lullaby’ sobraban. Tambien siento decir que el público estuvo más bien frío al principio y solamente pareció despertar con Friday I’m in love. Eché mucho de menos ‘Last Dance’ y ‘Plainsong’ y en general canciones de mucha más calidad que las más comerciales. Y por último me alegro que omitiera canciones de the 13th album, en mi opinión el peor que han hecho de todos. Sí es verdad para mí The Cure se quedó en ‘Wish’ desde entonces aparte de alguna excepción las canciones más recientes dejan bastante que desear. Aun así se les sigue queriendo y mucho. The Cure forever!

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