Pocos países han aportado más al Rock en todos los sentidos que Suecia. Es curioso comprobar cómo esta nación –algo también predicable, por cierto, de los otros países de Escandinavia-, cuya cultura musical siempre ha estado unida al Metal extremo o, en su caso, al Metal sinfónico, haya encontrado un cauce de expresión distinto. Desde que Hanoi Rocks en los ochenta y Michael Monroe, en solitario, allanasen el camino para que en los noventa, Turbonegro, Gluecifer, The Hellacopters o Diamond Dogs sedujeran a una Europa que se encontraba entre el Brit-Pop y la resaca del Grunge, Europa no sólo mira a Inglaterra y a Alemania cuando toca hablar de Rock, sino también al norte de Europa.
Pertenecientes a esa hornada de bandas que quisieron seguir el ejemplo de Crashdiet, Dirty Penny o Reckless Love, el conjunto sueco, después de una interesante ópera prima como Lock n Load, editada en el año 2013, lanzó a la luz el que sería su segundo larga duración: Blackout Station en el año 2014. Un trabajo incisivo y áspero, que transpira Bourbon y remite a gigantes del género como AC/DC, Mötley Crüe –especialmente de los dos primeros álbumes-, Rose Tattoo y a los KISS de los álbumes Creatures of the Night o Asylum. Desde el momento en que arranca el álbum con la canción que da título al disco, la banda nos propone un frenético viaje hacia las entrañas del Rock de los ochenta. Las guitarras, a lo largo del compacto, muestran descaro y un manejo de la melodía más que notorio. Cortes como Hail Rock n Roll, Hard To Please o Burn It Down, serían el ejemplo más fehaciente de lo anteriormente relatado, así como la habilidad que éstos tienen sueca tienen para sintetizar el patrón compositivo de AC/DC.
Un ejemplo de lo anterior serían composiciones como Talk Is Cheap, Grind for a Dime o Wild o Untime, en los cuales, la banda, haciendo gala de la suciedad a la que nos tiene acostumbrada, exhibe la misma fiereza que los australianos y cuyo vocalista, como si de un Bon Scott se tratase, desgarra y retuerce su voz, imprimiéndole a las composiciones el mismo toque gamberro y urbano que el finado vocalista siempre quiso en su corta y espectacular carrera. En resumidas cuentas, y sin ánimo de extendernos innecesariamente, este álbum de Dynamite conseguirá satisfacer a todos los seguidores de un género que está en expansión constante.
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