Los sevillanos Sierpe tienen nuevo disco en la calle, y ojo, que esto no es cualquier cosa. Dividido en tres actos, engloban dentro de su sonido todas sus influencias, desde el hard rock clásico y el metal progresivo de gente como Dream Theater, todo ello tocado con la magia y la clase de aquel que posee la suficiente calidad y talento para desenvolverse sin problemas y facturar un disco de esta talla. Y es que reconozco que este disco me ha enganchado desde la primera vez que lo puse en el reproductor. La banda formada por Yon Barranco a la voz, Muriel Della Riva a los pianos y teclados, Dani Díaz a las guitarras, Gonzalo Gassol al bajo y Emilio Kanina a la batería, abren el camino con la intro «Bereshit» que engarza con «Memories» un fabuloso ejercicio de metal progresivo, donde destacan todos y cada uno de los músicos, pero que me quedo con esos teclados, y que por poneros en una pista, tienen influencias de los primeros pasos de la banda de Petrucci, y eso no es cualquier cosa, y mucho menos, salir tan bien parados. Vuelven los teclados a tomar protagonismo en «Why», donde destaca es aire hard rockero que posee la canción sin perder de vista el prog metal por el que tan bien se manejan estos tipos, con experiencia contrastada a sus espaldas.
«Tales of the sea» es una preciosa intro en la que la voz femenina de Anna Rodella se funde con la de Yon, para dar paso de manera inmediata a «Darkside», de riff pronunciado y sección rítmica contundente, con un Yon Barranco que se muestra en un estado de forma brutal, y no solo en esta canción, sino durante todo el disco. Lucimiento de Muriell en «Aria» que abre el camino para la hard rocker «»Stormrider» que recuerda a Deep Purple, sobre todo por esos teclados y esas guitarras. «Break of dawn» muestra la faceta más heavy de Sierpe, una canción con muchos cambios y un añadido de fuerza, en el que intercalan el último y recordado discurso de Salvador Allende.
«A million years of solitude» es un fantástico medio tiempo, donde se vuelven a encontrar con los mejores Dream Theater e incluso yo diría que algún guiño a Queen. «Last stand» vuelve a tener ese punto que la coloca en un tesitura más heavy, con mucha melodía en la voz, sobre todo en el estribillo. Atentos, agarraos a donde podáis, porque llega la joya de la corona, la canción que da nombre al disco, «Echoes of eternity», un tema enorme, donde la banda da todo de si, en una grandísima composición, en la que entre cambios de ritmo, y una musicalidad perfecta, meten una parte lenta tremenda, donde se acercan al flamenco, coronada con las palmas de Raúl Rivas. Un gran disco el de Sierpe, un grandísimo trabajo de metal progresivo.
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