Paul Simon, el “little Big Man” de la música está de vuelta, aunque seamos sincero nunca se fue; siempre ha estado ofreciendo a sus acérrimos seguidores discos de manera bastante regular. En un principio el oyente se espera a más de lo mismo, canciones perfectamente elaboradas que penetran como la seda en los tímpanos acariciado estos últimos de manera voluptuosa.
El hombre con este disco llega a la friolera de la treintena de álbumes. La mayor parte del álbum fue grabado en el estudio casero de Simon en Connecticut, donde dio rienda suelta a sus ideas más arriesgadas.
Reconozco que el primer tema “The Werewolf” me descoloca levemente, la voz de la mitad del dúo de los setenta sigue siendo la misma, pero el baño musical es algo “moderno”, con una letra que nos habla de un hombre lobo, un ángel de la muerte, que está buscando a sus víctimas… “Wristband” cambia de tercio completamente, casi jazz, casi capela, casi, casi… Curiosamente es el tema que se lanza como sencillo y avanzadilla del disco. Según el músico, ha utilizado una banda de flamenco, sin especificar su nombre, aunque no consigo escucharla en ningún recoveco. “The Clock” es una flipada de unos segundos digna de cualquier disco de progresivo, el Clok clok, clok clok ó el tik tak, tik tak nos da paso a “Street Angel”, otra curiosidad para un disco de Simon, un tema corto, agradable pero que también deja algo turbado al oyente. Un principio de disco bastante novedoso y singular para lo que el bueno de Paul nos tiene acostumbrado normalmente.
Con “Stranger to Stranger” que es el que da título al disco, la cosa parece que toma los cauces a los que nos tiene acostumbrados, un tema esplendido, un medio tiempo con unos arreglos de vientos y un tempo muy conseguidos. Un repiqueteo muy aflamencado y un aire enigmático lo recorren de cabo a rabo, lo mejor del disco sin duda. Con“In a Parade” tenemos que mirar bien el disco para ver si no nos hemos equivocado de artista, solo la voz nos recuerda que es un disco de Simon. El veterano músico sigue divirtiéndose y es de agradecer, fusiona ritmos electrónicos con instrumentos africanos o peruanos de manera bien dosificada pero no con el resultado que se podría obtener. “Proof of Love” navega sobre una instrumentación tribal, sosegadamente, sobriamente sin ceder al jubilo. Por lo visto este tema junto al que le sigue son unos pequeños tributos que Paul ofrece a su esposa la también cantante Edie Brickell. “In a Garden of Edie” es otro interludio que junto a “The Clock” parecen hechos para dar al oyente un punto de inflexión en la escucha, este es melancólico, casi cinematográfico, encajaría perfectamente en el soundtrack de Paris Texas. Perfecto para dar paso a “The Riverbank” , un tema inspirado por la historia de la muerte de un profesor de primaria en el tiroteo del 2012 en el Sandy Hook Elementary Schol, un hecho que conmociono personalmente a Simon, ya que conoció personalmente a la víctima. La música que envuelve las palabras de Paul podría ser un hibrido entre un tema de Radiohead al que se le hubiera añadido percusión africana. “Cool Papa Bell” nos hace retornar al pasado a la época de “Graceland” o más bien a la de “The Rhythm of the Saints”. Un corte bueno, correcto, pero que tampoco alcanza esa cuotas que nos tiene acostumbrado el cantante norte americano. Buen tema, aunque para un compositor del nivel de este hombre se queda un poco en agua de borraja, “Insomniac’s Lullaby” cierra el disco de manera reposada, una especia de nana sin gran atractivo que remata el saborcillo que ha ido dejando la escucha, un resabio a que falta algo, algo importante, coherencia y composiciones con sustancia. Solo un par de temas se salvan de la quema.
Soy partidario que las viejas glorias prueben otras cosas como Bowie con su disco póstumo BlackStar, una obra maestra o Dylan cantando temas de Jazz, pero a diferencia de estos dos, a Simon el tiro le ha salido por la culata, lo siento Paul, otra vez será. La “Culpa” de que temas como: “The Werewolf”, “Wristband” y “Street Agel” suenen tan “electrónico” es del hijo de Simon; Adrian quien le presento a Cristiano Crisci, más conocido como DJ, Clap! Y que se encargó del lavado de cara musical de estos temas, que para mí gusto personal se lo podía haber ahorrado y dejar todo en mano del maestro y viejo amigo de Paul; Roy Halee , que aparece como co-productor del álbum. Halee, ya se había retirado, pero accedió a volver a la palestra una vez más por los viejos tiempos, ya que Halee trabajo en muchos discos de Simon & Garfunkel. En definitiva el disco experimental de Simon, que a estas alturas se puede permitir lo que le venga en gana sea dicha la verdad, pero que sinceramente se lo podía haber ahorrado.
A mi el disco, aunque me descolocó al principio, me está gustando. Cada vez más. Los «arreglos» modernetes podrían ser menos y los africanismos más, pero los genios tienen estás cosas. De momento yo creo que es un disco notable que no excelente, la sombra de «So beautiful or so What» es demasiado alargada. Aquello fue maravilloso.
Sinceramente, estoy totalmente en desacuerdo con la opinión de este crítico, que parece haber escuchado el disco un par de veces con suerte. «Stranger to Stranger» es un disco sobresaliente que te va cautivando más a medida que repites su audición. Es valiente y con canciones con mucho sentido, muy rítmicos y con sonidos buscados y trabajados que a veces destacan más que las melodías excepto en la canción que da nombre al disco. No disfrutaba tanto con un disco de Simon desde «The rythim of the saints». Y por suerte por fin vamos a poderle escuchar en directo en sus conciertos de Bilbao y Madrid en noviembre. ¡Grande Paul Simon!