Conforme las redes sociales se van asentando en nuestra sociedad, con ellas, también, la cantidad de bandas interesantes que pelean día tras día para conseguir una oportunidad. Hace relativamente poco, uno de los “popes” del periodismo rockero de este país aseguraba, a colación de los recientes fallecimientos de Lemmy Kilmister y David Bowie, que las nuevas generaciones tendrían que mejorar mucho si querían llegar al nivel de estos dos artistas. La falacia, aparte de grosera indica, en cierta medida, la desconexión existente entre muchos sectores del periodismo rockero y las bandas que continuamente luchan para hacer de su sueño una forma de vida.
Reflexionaba acerca de esto mientras escuchaba el segundo álbum de los alicantinos Arise. Desde que se formaron en 2011, Estefania Aledo –voz-, Rafa Esplugues –guitarra-, Carlos Guardado –batería- Albert Agulles –guitarra rítmica- y Javier Aller –bajo-, han ido siempre sumando en todos los aspectos musicales. Ya desde el lanzamiento de su ópera prima, 7 MUNDOS, en el año 2012, el conjunto ha ido moldeando su sonido, introduciendo, con brillantez, elementos de música electrónica e incluso clásica, evolucionando en esa interesante relación simbiótica existente entre Death metal melódico y Metalcore y algunos elementos del Metal alternativo de Deftones o A Perfect Circle.
Aquaerum, el último álbum de la banda, editado en el año 2015, continúa explorando esas sendas musicales de que hablábamos en el primer párrafo, ofreciéndonos una banda madura, interesante y que sabe cómo afrontar el siempre controvertido segundo álbum de toda formación, máxime cuando el debut levantó, en su momento, muy buenas expectativas. Sin embargo, los alicantinos han sabido a la perfección ir un paso más allá; y Aquaerum es la prueba fehaciente de ello. Ya con Intra Aquaerum –una genial introducción en la que el conjunto juega a la perfección con la música clásica-, los alicantinos, a través de diez temas, epitomizan a la perfección esa sensación de vacío y desamparo que tiene el ser humano cuando es privado de todo aquello que le hace feliz y lo empujan a vivir.
Cortes como Grito al viento, Espiral, Argos, El infierno de los soñadores o Busca en tu interior, con ese matrimonio o alianza entre el sonido de Dark Tranquility, Rammstein o los In Flames post-Reroute to Remain, refuerzan la personalidad agresiva a la par que introvertida del cuarteto de la banda a la hora de encauzar las composiciones del compacto. No se trata sólo del enorme talento que Estefanía tiene para jugar a la perfección con los tonos claros de su voz o la capacidad para pergeñar guturales incisivos, sino de la fabulosa capacidad de ambos guitarristas para, con la afinación grave de sus instrumentos, crear una estructura musical oscura, al igual que el bajo y la batería de Carlos y Javier, contrarrestar la voz limpia de la señorita Aledo. Las letras, profundamente íntimas, recuerdan a quien suscribe este artículo, a las de J. Molly de Hamlet en el álbum Inferno -2000-: sentimientos de culpa, autoafirmación, libertad, desgarros emocionales producidos por esa falta de comprensión que, muchas veces, sentimos las personas cuando, a la hora de hacer lo que verdaderamente amamos, sufrimos la indiferencia e incomprensión de quienes no entienden que no queramos ser como ellos. Pero no se equivoquen: no son meros lamentos artificiales y banales por parte de unos incomprendidos: son disruptivas emocionales que muestran el sacrificio por parte de los alicantinos; y es que, muchas veces, para poder arriesgarse a hacer lo que uno ama, hay que sufrir. Y ellos parecen haberlo entendido a la perfección.
Un álbum rico en matices; un cedé que juega con multitud de elementos sonoros sin caer en esa tendencia perniciosa por parte de muchas agrupaciones de querer abarcar todo, para al final quedarse a medio camino en su propuesta. La canción Recuérdame es toda una exhibición de fuerza y elegancia musical reforzada por el sonido tenue del saxo. En todo ese vasto terreno de sentimientos encontrados que es Aquaerum, el sonido del instrumento refuerza la melancolía, aflicción y profundidad de las almas de los integrantes, así como de su música. Sin ánimo de extendernos más de lo debido, decir que el último lanzamiento de Arise gustará y mucho a todos aquellos que disfruten del Metal moderno. Mediante una estupenda producción y más de cuarenta minutos de canciones –menos por menos es más-, los alicantinos han lanzado un álbum del que pueden estar más que orgullosos.
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