Cuando hablamos de la mente, nadie debería de poner límites, ni siquiera a si mismo, porque acotar la imaginación, porque colocar cerrojos a la posibilidad de volar en libertad dentro de tu cabeza, cuando solo tu eres dueño de tus sueños, y piloto de sus deseos. ¿Y si hablamos de la música?, solo capacidad es capaz de frenar cualquier intento de explorar todo aquello que se convierte en necesidad de ser expresado a través de unos instrumentos musicales. Más complicado de romper con todo e intentar no encasillarte dentro, es hacerlo con la suficiente maestría para convertirlo en algo que pueda atrapar a aquel que se enfrente al reto de intentar conciliar sus gustos con lo que recibe. Pocos son los elegidos, y no penseis, que aquellos dispuestos a asimilar un viaje sin retorno, son también mayoría. Entre aquellos capaces de llevar su forma de tocar por el camino vedado a unos pocos, están los portuenses Glazz, cuya mezcla de improvisación calculada, donde se dan cabida desde momentos propios del jazz a profundizar en el rock progresivo o el tan de moda post rock, los colocan en un punto, donde por merito propio, se han ido conformando con uno de los grupos a tener en cuenta.
Durante su tour por Japón, decidieron encerrarse en un estudio de grabación y dar vida a su particular «Made in Japan» en forma de jam improvisada, que ha sido nombrada, siguiendo la tradición, como «Take 3″. A diferencia de la anterior, rebajan el minutaje final de las canciones, que no la intensidad ni dificultad añadida de seguir la senda marcada por el compañero, aportando su propia personalidad. Javi Ruibal (batería, percusiones y Kaoss Pad), José Recacha (guitarras, sitar eléctrico y teclados) y Daniel Escortell (bajos y sintetizador Moog), son los protagonistas de su propia historia, de situarse unos frente a otros y dar rienda suelta a sus instintos y su capacidad. El talento les sobra y no va a ser algo que yo descubra ahora a estas alturas. El disco lo abren con «Sugoi», tres minutos de jazz fusión, que abre la puerta a un mundo por descubrir. «Maxshissei» deriva hacia derroteros más propios del rock progresivo, y a mi, se me aparecen imágenes tanto de Rush como lejanías de Purple. «Astroboy» vuelve a poner tierra de por medio, introduciéndote en un bucle casi obsesivo.
«Shinkasen» explora sonidos más ambientales, con esa batería que marca un ritmo casi hipnótico, hasta que arrancan con un derroche pleno de fuerza dando cabida a diferentes formas en una misma canción, con ese afortunado encuentro entre jazz y rock. «Chatelet» se empeña en mecerte suavemente, a ritmo de las olas que tan bien conocemos al sur del sur, como una precisa parada para la calma que se rompe con «Mawashi» donde la bateria se erige en protagonista con un rítmico solo, hasta que sus compañeros hacen presencia derivando hacia el jazz rock, e incluso ese tipo de desvaríos (benditos ellos) del rock progresivo. «Geri» vuelve a mostrar momentos más progresivos mientras que «Yujo», canción que pone punto y final, pleno de atmósferas, cerrando a modo de space rock este periplo nipón de la banda. Glazz no son una banda al uso, ni tampoco «Take 3″ un disco sencillo de asimilar. La maestría es su baza, y su punto de atracción consiste en la improvisación.
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