No es que ahora no siga formando parte de mi día a día, pero hubo una época en la que estuve muy enganchado al punk, música que descubrí gracias a Anthrax, y es que Scott Ian a final de los 80 hablaba de lo que le había influenciado el punk y el hardcore, bandas como Gang Green, Inferno o Bad Brains. Un colega me pasó el «Never mind the bollocks» y fue todo un descubrimiento, como una patada en plena cara. De ahí me metí de llenó en el llamado rock radical vasco, sobre todo con el Bilboko Gaztetxean de M.C.D., un disco que escuchaba a diario, con letras incendiarias. A su vez fueron llegando Eskorbuto, La Polla, Kortatu, una banda que me impresionó desde la primera escucha, La banda trapera del río, Ultimo Resorte… y de fuera, The Exploited y Ramones.
Eran tiempos revueltos, las manifestaciones estudiantiles del 87, ¿recordais al Cojo Manteca? Acercamientos a los sindicatos estudiantiles, muchos libros sobre política, más bandas. Por un lado, clásicos como The Clash, The Stranglers, The Damned… muchos grupos de aquí, algunos mas punks, otros mas entroncadas en el hardcore y en los sonidos metálicos; gente como Andanada 7, Reincidentes, Subterranean Kids, Radikal HardCore, Tarzán y su puta madre, Cerebros Exprimidos… y de fuera todo el NYHC, Agnostic Front, Cro Mags, Biohazard, S.O.I.A., el llamado crossover, con Suicidal Tendencies, DRI, los brasileños Ratos de Porao…
Entre tanto caos, que compaginaba con el hard rock/heavy metal, a la vez que iba descubriendo todo el rock que habían generado los 70, algo más se me presentaba frente a la nariz, llamado hardcore de la costa oeste, que mas tarde apodarían hardcore melódico. Al principio fui un poco reticente, porque el tipo que me presentó por primera vez estos ritmos rápidos, con textos politizados y a su vez con muchas melodías, no contaba con mi confianza musicalmente hablando. Me grabó una cinta, en la que por una cara había una banda de Minneapolis, con unas canciones que me dejaron boquiabierto, pero de los que ya hablaré otro día. Eran Husker Du y su «Zen Arcade». Y en la cara B, unos tíos que me dijo hacían hardcore de la costa oeste, unos tal Bad Religion.
Ese disco era Suffer, un álbum (quinto del grupo) en el que volvían a reencontrarse los miembros originales después de movidas varias entre ellos. Una primera escucha me dejo algo confuso. Sus textos comprometidos me gustaban y la velocidad de las guitarras y las bases rítmicas también, pero tanta melodía en unos días en los que yo relacionaba hardcore con Discharge al principio no me encajaba demasiado. Una nueva escucha me metió de lleno en la música de la banda, principalmente en esos ritmos frenéticos y en esos temas acelerados y cortos.
Quince canciones que no superaban los dos minutos y pico (la mayoría ni siquiera llegaba a los dos minutos),hacen que sea de esos discos que escuchas una y otra vez. El regustillo punk de las guitarras de Gurewitz suena fabuloso, y es curioso, porque en la forma de cantar de Graffin hay recuerdos de la música más tradicional norteamericana. Gurewitz ha declarado en alguna ocasión, que al principio, las canciones del vocalista sonaban a Jethro Tull. No creo que fuese para tanto, pero sí es cierto que Graffin en solitario se ha metido de llenos en terrenos mas folk.
Desde la inicial «You are (the government)» son una balazo tras otro. Si te despistas un segundo te das cuenta que ya han sonado tres o cuatro canciones, porque es cierto que la linea del disco es bastante parecida. Suffer abrió las puertas a lo que vendría luego, bandas que mezclaban sonidos punks con facilonas melodías pop. Este disco me hizo bucear en su carrera y disfrutar de sus discos anteriores, aunque reconozco que los posteriores me hicieron ir perdiendo el interés en la banda, algo a lo que ayudó la aparición de gente como Green Day.
Hace poco un colega me regalo el Stranger than fiction, del 94, y me lo eché al coche, recordando buenos tiempos. No eran los mismos del 87, pero sí me hizo desempolvar este Suffer. Sigo escuchando punk, no en vano llevo unos días enganchado al nuevo disco de mis amigos Tiparrakers, y desde hace mucho aquel punk neoyorkino que encabezó Johnny Thunders y cia son parte importante de mi vida, al igual que el revival de punk rock and roll que hemos vivido. Qué tiempos que, por cierto, parece que volvemos a vivir.
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