En ocasiones una imagen vale más que mil palabras (retóricas y verborréicas) y es lo que pasa con la imagen que presenta este post, pues es la mejor descripción visual de por donde han ido los tiros y las sensaciones que me ha producido ver esta primera parte de la sexta temporada de The Walking Dead (agobia ya lo de dividir una temporada en dos…¡poneos a currar!). Si en la imagen vemos al grupo desorganizado, aburrido, desmotivado y sin saber hacia donde tirar; es el hastío, la dejadez, la repetición de esquemas y una sensación de no saber hacia donde quiere dirigirse Robert Kirkman ‘y asociados’ con la serie lo que me produce (de nuevo) el visionado de estos primeros ocho capítulos. The Walking Dead no levanta cabeza desde la hace ya dos temporadas…
Estoy haaarto de la puta ‘terapia Yankee’ de siempre, buscando el arrepentimiento divino por tus pecados ‘terrenales’con la excusa de los zombies y en esta temporada vuelve a repetirse una y otra vez, una y otra vez… Lo cierto es que, y como viene siendo habitual, los dos primeros capítulos están bastante bien, la gente quiere ver ZOMBIES, ¡HORDAS DE ZOMBIES! generando peligro y horror y el primer capítulo y el segundo son merecedores de mi agrado, incluso en el segundo podemos apreciar la frescura que aporta el ataque de ‘Los Lobos’ visionando una matanza explícita entre humanos vivos a la que no estamos acostumbrados, un nuevo grado de violencia (y de supervivencia) que se agradece con una Carol (Melissa McBride) de nuevo en su salsa y demostrando cojones. El tercero no está mal pero ya empezamos a ver lo de siempre, delirios morales y sensación depresiva y ceniza, eso sí, mola mucho ver a Glenn (Steven Yeun) pasarlas canutas porque yo a este tipo lo quiero ver sufrir siempre, porque me agobian sus tramas, porque es un llorica ‘emo’. Para mí…
A partir del cuarto caída libre descarada, volvemos a la repetición de esquemas de la cuarta y de la quinta centrando cada capítulo en un número reducido de personajes, ¡incluso en uno sólo! como el ‘viaje iniciático’ de Morgan (Leslie West) al mundo del Hapkido y la espiritualidad monjil que por fin le exhimen de la eterna culpa y las ideas esquizoides que le rondaban por la pérdida de su hijo. Pero es que también tenemos un Daryl (Norman Reedus) más despistado que nunca y bajando la guardia, tenemos también un Abraham y una Sasha intercambiándose sus propios roles de agobio estúpido y lo que más me jode, Michonne (Danai Gurira) que está en estado latente y aletargado habiendo perdido esa capacidad kamikaze que tanto la definía. Al menos Maggie (Lauren Cohan) sigue estando tan buena como siempre y aparece algo más…
En definitiva, aburrido es decir poco, con unos personajes ‘alexandrinos’ (de la ciudad/comunidad de Alexandria) absolutamente prescindibles, planos y llenos de complejos inútiles. La putada de todo este desastre ‘terapéutico’ no hace más que lastrar el octavo y último capítulo que es clavadito al cómic y que se salva levemente de la quema con los ‘Caminantes’ campando a sus anchas. Ni hasta embadurnarse en vísceras podridas es ya interesante joder!…
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