FuMuchos son los que claman que desde los Guns and Roses y/o Nirvana, todo sigue igual y ya la música va con piloto automático hacia un abismo desangelado donde todo lo que surge es una mera copia mal hecha de lo que ya salió en los sesenta o los setenta.

Es verdad que razón no les falta, pero tampoco el panorama es tan negro como parece. Han surgido nombres como Jack White que, poco a poco, paulatinamente,  ha ido perdiendo esa chispa que le hacía especial.

El revival folk pastoral ha caído prácticamente en el olvido, y una nueva raza parece surgir de la mano de músicos como Kurt Vile, o Ryey Walker, William Tyler, dignos herederos de John Fahey y Robbie Basho que han puesto a los “guitar soli” de moda, aunque solo disfrutan de una cierta notoriedad muy underground, gracias al beneplácito de un sector de la crítica musical y de fans acérrimos como un servidor, pero hay personajes que surgen cada cierto tiempo, sin llegar a cuotas de nuevos Mesías salvador del rock, como se tachaba a personajes prefabricados como Marylin Manson que él solito demostró que ser más que una caricatura manipulada por la industria. La cara más patética de la música con esa diarrea de grupos dramáticamente idiotas que solo sirve para sacarles los cuartos a adolescentes sin rumbo.

No, gracias a Dios sigue habiendo mentes realmente brillantes como el hiperactivo Ty Segall que desde su california natal se dedica a diferentes menesteres; su carrera como músico está consolidada sin ser un producto comercial, su trabajo como productor junto a White Fence, Zig Zags y Ex-Cult demuestra que el chaval tiene buen ojo además de buen oído. Ahora Ty se dedica también a descubrir y fichar grupos nuevos para su pequeño sello. En fin este rubiales no puede estar quieto y cuando le sobra algo de tiempo se une con su amigo Charlie Moothart y Chad Ubovitch del grupo “Meatbodies” para dar rienda suelta a su creatividad. “Fuzz” como bien indica su nombre se releva como un proyecto que mama directamente de la teta de Black Sabbath y Blue Cher, una furiosa energía, una amalgama de sonidos ácidamente pesados, pasados por la batidora del espíritu Segall.

Una orgía sónica que hará las delicias de todo amante de las sonoridades lisérgicas con sabor a polvo del desierto. Aunque también hay algún regusto a calles oscuras y malolientes en su enfoque Punk primario. Es su segundo trabajo como bien indica su título II, otro guiño al pasado por cierto. Un gustazo que se dan estos chavales sin preocuparse de las ventas del disco o si las influencias son demasiado evidentes.

Sinceramente hablar de estilo “retro”, “vintage” o toda estúpida etiqueta me parece que sobra a estas alturas del siglo XXI, todos los que aman la música están influenciados por el pasado, es ley de vida, la ley del Rock. Y “Fuzz” no solo beben de los Sabbath, también de los Deep Purple más vibrantes, aquellos del MKII, untuosos y sinuosos. Ty Segall y sus colegas se dan el gusto de dar rienda a todo aquello que les acuno cuando era aún unos tres pillos que soñaban con ser estrellas del rock, como a muchos de nosotros nos ha pasado.

Tenemos de todo, largos desenlaces cósmicos, temas instrumentales de tintes lúgubres, momentos de dureza con energía punk… Lo dicho amigos, dejémonos de tonterías, basta de escuchar los supuesto grupos que juran cambiar el camino de rock y volver a darle brillo a su blasón. Empecemos a prestar atención a los que realmente aman la música bajo todas sus perspectivas, los que no necesitan mascaras o artificio para ofrecer Rock. El rock es algo primario sin parafernalia, no estamos en un circo, eso lo invento también la industria. El rock es un simple prisma de donde surge muchas luces, pero solo las que están hecha con amor brillan de verdad !

 

FUZZ – II: una orgía sónica

by: Laurent Berger

by: Laurent Berger

Tsi – Na – Pah estudió Bellas Artes y más tarde cocina. Actualmente recorriendo Andalucía vendiendo y comprando viejos vinilos. Apasionado del rock progresivo y del rock americano de los setenta. Colaborador en distintas revistas musicales y tiendas de música en la época donde se vendía música de verdad.

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