Si en algo es rico este país, es en dichos populares. La curiosidad mató al gato, dice el refrán, y la curiosidad, me ha llevado a acechar este disco en solitario de Robe Iniesta, desde esa posición de tierra de nadie, donde ubico mi trinchera en relación a la música de Extremoduro. No soy fan declarado de la banda, excepto de su primer disco, pero de eso hablaremos más adelante, ni dirijo mi inquina cual misil teledirigido, hacia cualquier cosa alrededor del de Extremadura. Recuerdo la primera vez que vi a Extremoduro en la tele, programa Plástic, año 90. Tipos con pintas de yonkis y tricornio, cantan sobre que las extremeñas se la ponen extrema y dura, y sobre una nueva reencarnación de Jesucristo, apellidado García. Corrí a comprarme aquel disco, en cassette, como debe ser, y sigue siendo el único formato en que lo poseo.
Después de aquello, todo vino rodado. La fama, los telediarios, pasar de ser un pobre diablo, a tratar de comerte el mundo, chute a chute, verso a verso. Los infiernos tienen mil formas y cientos de caminos que te llevan a su vera. Tan dañino es el elogio exagerado, que quiso proclamarlo a los cuatro vientos, como el Baudelaire de la vereda de atrás, como el que ceba en el su mofa y escarnio, como si el ensañamiento como método, para sobrevalorar sus gustos por encima del resto de mortales, no lo convirtiese más que en un ejercicio propio de mediocres. Y claro, reconozcamos, que el personaje se presta a esto y más.
Todo esto me lleva a sentarme frente a «Lo que aletea en nuestras cabezas», para saber cuanto de cierto hay en este «en solitario». No nos engañemos, hace ya mucho que Extremoduro es Robe Iniesta más un puñado de músicos que salen y entran. Incluso Iñaki es parte del engranaje pero no pieza del rompecabezas. Tengo curiosidad por saber, el motivo de que este disco no apueste por el caballo ganador de la marca Extremoduro, y una primera escucha, me aclara toda duda. No imagino a Extremoduro en el Viña Rock, defendiendo este repertorio. Robe hace mucho que dejo lejos su Extrema y Dura, en cuanto a acompañantes de aventuras, y ahora parece querer rehacer viejos lazos de nostalgia geográfica.
Se ha rodeado de muy buenos músicos, involucrados en historias diferentes a lo que Robe nos tiene acostumbrados, y el acierto es pleno, porque se nota en las canciones. Algún recuerdo a Extremoduro se cuela en alguna canción, eso es inevitable. Pero en la inmensa mayoría, corren otros aires, distintos. Aquí se funden las melodías y los arreglos, en base a una visión más pop desde su punto de vista «castuo». Hasta la prosa olvida adjetivos malsonantes, que eran marca de la casa. Robe ha sabido marcar la linea que delimita la frontera, y cruzarla, para evitar en lo posible, comparaciones odiosas, pero que todos vamos a hacer necesarias. Ha conseguido que este sea su trabajo, al margen del grupo, que en su propia persona representa.
La mejor muestra de mi relación con este disco, es que casi sin darme cuenta, llevo ya varias escuchas seguidas, y varios días, con sus canciones convertidas en mi sombra. Me gusta, me sorprende, me reconcilia con Robe, porque se la ha jugado, queriendo hacerlo a su manera y le ha salido la jugada maestra. Ahora que estoy aquí, detrás de la pantalla de vuestro monitor, cual obtuso presidente de gobierno, acercaos que os cuente algo. Olvidad a fans entregados, de piropo fácil y también, resquemores propios de aquellos que echaran leña al fuego, sin tan siquiera, molestarse en medio escuchar las canciones. No escuchéis a tanto gurú afincado tras un teclado, que reina en estos días aciagos de internet. El propio Robe, creo que ha subido el disco completo a su cuenta de youtube. Escuchad y formaos vuestra propia opinión. Eso si, si algún día tengo que compartir cañas y anécdotas, con algún Iniesta, tened por seguro, que no será con el pálido e insulso futbolista.
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