Editado apenas unos meses después del notable, que no excelente «The Rolling Stones, Now!», «Out Of Our Heads» supone, pese a las apariencias, un paso de gigante en la trayectoria del combo inglés: Valiéndose de unos códigos en esencia iguales a los empleados en pasadas entregas, la banda ha llegado a un estadio de excelencia tal, que incluso los errores suman aciertos.
Sirva el ejemplo de ‘(I Can’t Get No) Satisfaction’, primer hit incontestable en el imaginario stone, cuyo proceso de elaboración remite a lo que más tarde será el lo-fi y del cual Richards sigue manteniendo que es una versión por desarrollar del tema que fue editada sin su -inicial- permiso por parte de la compañía. Fuese cómo fuese, ¿Qué otra banda podía conseguir un número uno a ambos lados del Atlántico valiéndose de una simple maqueta?
La pujanza del cancionero propio del grupo iba ganando enteros, quedando muy cerca el momento de su definitiva emancipación de los préstamos artísticos y las covers. Prueba de ello es que «Out Of Our Heads» es el primer elepé de la banda en el que la proporción de versiones no supera a la de las aportaciones propias, quedando el repertorio en un empate cuyo contenido raya a gran altura.
Nada sobra y nada falta en éste ajustado tratado de garage, rock and roll, rythm and blues y soul, género al que tributan sobradamente en éste redondo. Ya sea marcándose una espectacular apertura con «Mercy, Mercy», tejiendo un riff de hechuras proto-punk en «Hitch-Hike», rompiéndonos el corazón con «That’s How Strong My Love Is» y «Cry To Me» o pasando un buen rato en, valga la redundacia, «Good Times»; sobresalientes relecturas de santones del soul del calibre de -respectivamente- Don Covay, Marvin Gaye, Otis Redding, Solomon Burke y Sam Cooke. Ahí es nada. Cerrando el capítulo de las versiones, y haciendo las veces de bisagra entre las dos caras del disco, nos encontramos con una frenética versión en vivo de «I’m Alright» (Bo Diddley) que con el tiempo sería incluida en su primer álbum en directo, «Got Live If You Want It».
Del lado de las aportaciones del grupo, bien bajo la firma Jagger/Richard, bien bajo el democrático seudónimo Nanker Phelge, nos encontramos con la sinuosa «The Last Time», chulesco corte que anuncia un mundo de cambios por venir, a la vuelta de la esquina diríamos, en su producción futura; el aire vacilón y raunchy que desprenden «The Under Assistant West Coast Promotion Man» y «The Spider And The Fly»; el oscuro y sugerente barroquismo que encierra «Play With Fire», un corte que a éstas alturas no sería nada descabellado atribuir a la autoría de Brian Jones y poseedor de un aura, entre ominosa y atrayente, que la banda perdería con el tiempo (aunque otras cosas se ganarían en el tránsito) y «One More Try», una de esas exquisitas y olvidadísimas codas tan del gusto del grupo en los 60’s.
Y no, no me olvido de «(I Can’t Get No) Satisfaction» , aunque resulta harto complicado abordar una canción tan sobreexpuesta a lo largo de las décadas como lo ha sido ésta: Originalmente concebido cómo un número de mimbres bien distintos (generoso en secciones de viento que hubiesen encajado como un guante en el espíritu soul del álbum), acabó por ser una exhibición de crudeza deslavazada, con un simplísimo riff chorreante de fuzz y acústicas saturadas conduciendo el que terminaría por ser el caballo de batalla del grupo, su canción bandera, su corte, en suma, más conocido (qué no reconocido por muchos de los connoisseurs del legado stone)
No tengo la menor duda de que si The Rolling Stones, por las circunstancias que fuesen, hubiesen decidido poner punto y final a su trayectoria tras la edición de «Out Of Our Heads», éstos, grupo y disco, serían recordados entre los mayores parabienes cómo clásicos básicos de los 60’s. Afortunadamente, debatir ese supuesto sería entrar en el terreno de la ucronía y el desarrollo de los acontecimientos hizo que ésta obra quedase cómo uno más de los buenísimos discos que la banda editó en su innegociable etapa dorada. Su segundo clásico, de hecho.
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