Ya lo dijo Bowie: «Los 80 pertenecen a Prince». Cierto que Michael Jackson era una estrella más masiva, pero la creatividad de Prince no tenía rival. Mientras Jackson sacaba un disco cada 4 años bajo la batuta de Quincy Jones y Epic Records, Prince sacaba de quicio a Warner Bros. editando discos cada pocos meses, produciéndolos él mismo y tocando buena parte de los instrumentos. Joyas como 1999 (1982), Purple Rain (1984), Parade (1986) o Sign O’ The times (1987) fueron aclamados por la crítica mientras otros artistas triunfaban con éxitos escritos por el genio de Minneapolis. De Tom Jones (Kiss), a Chaka Khan (I feel for you) , Bangles (Manic Monday) o Sinéad O`Connor (Nothing compares 2 U). Prince estaba en racha.
Prince vivía prácticamente de noche, giraba sin parar mientras grababa incansablemente hasta el amanecer. Entre Octubre de 1986 y Marzo de 1987 Prince había grabado los temas de un nuevo LP que se iba a llamar inicialmente The Funk Bible (la Biblia funk) y en el que volvía a las raíces de la música negra. Sus últimos trabajos se habían alejado de la música negra para coquetear con el pop y el rock. Prince había perdido parte del público que le apoyó en sus inicios y ahora deseaba recuperarlo.
The Funk Bible pasó a llamarse “The black album”, un disco con la portada totalmente negra, sin título ni nombre del artista impresos. El LP rezumaba un funk salvaje y desinhibido. Las letras eran más explícitas que nunca mientras Prince fusionaba funk con guitarras afiladas. Destaca el divertido tema Dead on it, en el Prince incorporó hip hop a su repertorio, no es de lo mejor del disco. Me gustan mucho más Le Grind, Cindy C. (pequeña joya dedicada a la modelo Cindy Crawford) o la sensual balada When 2 R in Love. Me fascina esa locura de ritmo obsesivo llamada Bob George. En dicho corte Prince ralentizó su voz para interpretar a un tipo atrincherado en su casa. Toda la parte final con la policía y el tiroteo es simplemente una locura. Incluso se insulta a sí mismo en una letra llena de tacos: “¿Prince? esa muñeca escuálida con la voz muy alta”. Es que Prince no dejaba títere con cabeza en este disco. Hay temas que parecen salidos directamente de una jam session como Superfunkycalifragisexy o 2 nigs United 4 West Compton. Puro funk rabioso sin contemplaciones. Me gusta mucho el final con Rockhard in a funky place, otro tema de funk desatado.
El LP estaba previsto que fuera editado el 1 de diciembre de 1987, pero pocos días antes de su lanzamiento, Prince tuvo una epifanía (posiblemente provocada por un mal viaje con alguna sustancia) en la que entendió que aquel disco era malvado. “The Black Album” versaba sobre la negatividad, la violencia y el sexo. Prince alegó que el disco había sido concebido mientras estaba poseído por un demonio llamado Spooky Electric y se centró en la creación de un LP “blanco” sobre la positividad y el amor: “Lovesexy”.
Así pues, Prince canceló in extremis la edición de “The Black Album” cuando la discográfica Warner Bros. ya tenía prensadas 500.000 copias en vinilo. Obviamente, Warner Bros. entró en cólera. Sin embargo, algún avispado sustrajo copias de la fábrica y “The Black Album” se pirateó tanto que llegó a ser uno de los vinilos no oficiales más vendidos de la historia. Todo buen aficionado a la música de Prince tenía su copia pirata en vinilo. Yo todavía la conservo.
Así pues, 2 meses después del fiasco de “The Black Album” Prince ya tenía grabado «Lovesexy», su LP más espiritual que resultó ser también fascinante, aunque por motivos muy distintos. Lovesexy fue una singular mezcla de funk y góspel para el que rescató When 2 R in Love, lo que podría interpretarse como que para Prince esa era la única canción que valía la pena del abortado proyecto. ¿Qué pasó finalmente con “The Black Album”? En plena guerra con Warner Bros. y tras varios intentos y negociaciones, “The Black Album” fue publicado oficialmente en 1994, tres meses después de que Prince lanzara su LP “Come”. Así Prince, una vez más, se hacía la competencia a sí mismo, publicando más material del que sus propios seguidores eran capaces de asimilar. Ocurre que la verborrea creativa de Prince no se ajustaba a los cánones de una industria musical demasiado rígida. Al poco tiempo su encarnizada guerra contra las discográficas le llevó a distribuir su música directamente por internet, pero esa es otra historia, no exenta de excentricidades, del príncipe púrpura.
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