Durante el Azkena Rock Festival 2015, la lluvia daría tregua. Los presentes a las puertas antes de las 17:00 del viernes confiaron en la predicción, y acertaron. Nosotros también, que comenzamos el festival como todos, con ganas de comerse el cartel de cabo a rabo.

Debido a la entrevista que concertamos con Jake Smith, A.K.A. The White Buffalo, se nos pasó la actuación de Highlights, que de lejos notamos sus ganas lucirse y su buen hacer, superior a las de ciertos veteranos de más tarde.

Sin embargo, de Sven Hammond algo podemos comentar: que sonaron cristalinos , que encandilaron a un público que se fidelizaría durante el fin de semana -reventaron la Plaza de la Virgen Blanca al día siguiente-, y que hicieron mover el esqueleto de todo presente a zarpazos de soul y poderoso blues rock. Su frontman, alumno en distancia y tiempo de James Brown, nos hizo cantar e incluso sentarnos durante uno de los temas; el típico tipo que debería ponerle cara y voz a una banda. Si el Azkena Rock tiene tradición de dar sorpresas, es por algo. Esta fue la primera del fin de semana.

sven hammondSven Hammond (Musicsnapper)

En el segundo escenario encaramos a una de las bandas de culto del cartel, unos The Dubrovniks que mostraron menos ganas de partir la pana que nosotros de sufrir sol. Sosos. Los seis micrófonos que hacían augurar coros estratosféricos se perdieron entre un sonido que no acompañó. El muro eléctrico que podían haber levantado las tres guitarras no se apreció. Para colmo, los temas cantados por Boris Sujdovic, el más desganado, adormilaron a un público que trataba de combatir la hora de la siesta con el mejor hard rock australiano. «Under your skin» parecía una nana. Chris Flynn, el que más se creía la reunión de su banda, ayudó a alcanzar el aprobado, luciendo la misma voz que en los ochenta y cargando con el peso escénico de la banda, pero ni con esas lo que podía haber sido épico llegó al notable. Con todo, fue un placer escuchar y corear «Love Is On The Loose Tonight» por la banda que lo inmortalizó.

dubrovniksThe Dubrovniks (Musicsnapper)

De camino a JD McPherson, pasamos por el escenario del que se adueñaron unos The Last Internationale que sonaron a un volumen ridículamente bajo. Desde la distancia que el numeroso público permitía asentarse, apenas se apreciaban un bajo o una guitarra sepultadas bajo el sonido de una batería grave como bombas. Enérgicos se mostraron, como banda joven que son, pero la sonoridad nos hizo temer lo peor de cara al resto de la tarde.

La música de JD McPherson era nexo común del gusto de los asistentes al ARF. Su rock clásico en el sentido más estricto de la expresión, que brilla en el estudio y en las fiestas en las que te dejan pincharlo, enamora. El del tupé salió a impresionar, secundado por una banda que incluía contrabajo, órgano, saxo, batería y más tupés. De nuevo, el sonido nos chafó un show cuyo setlist era infalible. El grupo sonreía, disfrutaba y cabrioleaba, mientras que McPherson, olvidándose de su cuidado peinado, se desataba a golpes con su guitarra y clavaba cada estrofa frente al micro. Una pena que ninguna de las dos guitarras se apreciase como era debido y que, el volumen, otra vez, estuviese al 0,5. El tipo merece una buena gira por salas que esperamos alguien se atreva a organizar.

JDJD. McPherson (Musicsnapper)

Al segundo caballo de trolla del cartel se le había concedido el tercer escenario, un White Buffalo que coincidió dolorosamente con los garajeros D-Generation. El público joven, junto al amante del «americana», lo tuvo claro: había que ver sobre las tablas al quien puso música a las escenas más impactantes de Sons Of Anarchy y grabado algunas de las mejores canciones americanas de la década.

No regrets. Desde el comienzo, con el gigantón barbudo a solas ante el público y armado con su inseparable acústica, hasta el explosivo final que supuso «The Pilot», pasando por los mejores temas de Once Upon a Time in the West, acompañado de un bajo y un batería, y algunos de sus temas más íntimos. Clavó cada canción con su poderosa voz, rica en registros, y con la actitud propia del que ha venido a dejar huella. Lo queremos en salas, y pronto.

the white buffaloThe White Buffalo (Musicsnapper)

El momento para reponer fuerzas nos lo concedieron Television, quienes interpretarían el clásico Marquee Moon de cabo a rabo, con una elegancia y profesionalidad no esperada de bandas en su situación. Por lo que vimos, damos fe de que dieron lo prometido, y lo hicieron bien, con un sonido ya aceptable en el escenario grande -entonces, suspiramos de alivio-, pero como estacas clavadas en el tablado. Sus fanáticos, supongo, se lo perdonarían. La edad no lo hace con nada.

Por Black Mountain cundía la curiosidad, la expectación y el escepticismo. Se rumoreaba que ignorarían su disco «del tiburón» en pos de la psicodelia de su debut y algunos temas del In The Future. Todo se confirmó, y ello trajo algunas decepciones, opiniones encontradas, y mucho placer. Los canadienses hacen magia sobre el escenario, y es que el sonido se sentía increíblemente empacado y poderoso; el juego vocal, inimitable, y los ambientales teclados y efectos de guitarra, propios de la mejor psicodelia de la historia del rock. Fans de los Pink Floyd que tocaron en Pompeya y conjugados con el poderío setentero, se cascaron unos cincuenta minutos de puro alucine, con el mejor sonido del festival hasta el momento. Así sí.

Black MountainBlack Mountain (Musicsnapper)

También ocurre que el cansancio ya hacía mella, y se notaban grandes diferencias cuando la banda ametrallaba con guitarras y versos frescos a cuando los teclados psicotrópicos reinaban. Gran parte de los presentes desconectaban, y es comprensible. El LSD no se lleva tanto como antes y, en Vitoria, además, hacía frío pasadas las 22. Queríamos calor, y es lo que le faltó a un show por lo demás impecable.

Sobre el escenario grande brillaban dos micros con la forma de un tubo de escape de camión americano, parte de la imagen desenfadada de unos ZZ Top que, ante todo, divirtieron. Les faltó un volumen atronador, lo que habría sido propio de un concierto de este nivel, pero, joder, los tres tipos que llevan más de cuarenta años tocando juntos lo partieron una vez más, y es que a pocas ganas que le echen, la experiencia y el setlist hacen el resto.

El show, bastante medido, acompañado en todo momento de videoclips de otro tiempo y algún que otro sampleado en el momento oportuno, encandiló a sus seguidores. Quizá no tanto a los domingueros, quienes sólo despegaron pies del suelo cuando sonó «La Grange». Los mismos, con el cover de Hendrix, como el que oye llover: un extraño estatismo se extendía entre el público que jamás entenderé.

ZZ TopZZ Top (Musicsnapper)

Gibbons salió a escena con las cuerdas vocales como témpanos, le dolió arrancarse con «Got Me Under Pressure», que ya sonó poderosa gracias al metrónomo que es Beard y al imponente bajo de Dusty Hill. Después, todo rodado. Los 65 años le pesan más al guitarrista que a sus compañeros, quien se mueve con cuidado pero toca como siempre, fallando armónicos adrede, seña de identidad, y vacilando a cada riff.

Su imagen hace mucho, pero sus temas más: «Gimme All Your Lovin'», «Sharp Dressed Man» o «Legs» hablan por sí solas. Las coreografías de los abuelos, también. No se andaron con chiquitas entre canciones y se dedicaron a cumplir, sin grandes aspavientos, que les esperaba un fin de semana largo, pero con convicción. El final, con «La Grange» y «Tush», tras ochenta minutos de concierto, dejó un buen sabor de boca. De una leyenda de cuarenta y cinco años se puede esperar mucho, o se puede esperar algo sensato. Nosotros no tenemos queja.

Sobre el primer día queda decir que, aunque sacrificamos a L7 en pos de un merecido descanso, de camino a la salida nos atrapó el rythm and blues de unos Nico Duportal & his Rhythm Dudes que supusieron toda una sorpresa inesperada. Competir con una leyenda como la gran banda de los noventa es, con perdón, una putada, pero hay gustos para todo y los que bailaban al ritmo que marcaba Duportal y su banda es prueba de ello. Un sonido espléndido en el tercer escenario ayudó a que, milagrosamente, nos recuperásemos del atropello de los barbudos y moviésemos el esqueleto durante un puñado de temas bien construidos, dinámicos y divertidos tocados por una banda empeñada en cazar a los que se dirigían a la salida. Una inesperada trampa que era puro Azkena, por si habíamos olvidado donde estábamos.

NicoNico Duportal & his Rythm Dudes (Musicsnapper)

Según la organización, al primer día del Azkena Rock Festival 2015 acudieron cerca de 14.000 personas. Los baños quedaron cortos -no fue hasta el segundo día que mucha gente descubrió la segunda hilera de ellos-, y las colas de los puestos de comida se alargaron hasta los 45 minutos durante la hora punta.

Por el contrario, destacamos lo que suele ser seña de identidad del festival: el moderado aforo que permite disfrutar sin agobios de los conciertos más grandes, lo apropiado del recinto -¡bendito asfalto!- y que no hubiese que cambiar moneda. Y aunque los baños fuesen insuficientes para tanto fan de la cerveza, los que había se mantuvieron decentes durante todo el día.

Todas las fotografías, cedidas por la organización, son trabajo de Musicsnapper.


En esta casa: crónica de lo acontecido día 19 de junio en el Azkena Rock Festival 2015.
by: Edgar

by: Edgar

A la música le dedico la mayor parte de mi tiempo pero, aunque el rock me apasiona desde que recuerdo, no vivo sin cine ni series de televisión. Soy ingeniero informático y, cuando tengo un hueco, escribo sobre mis vicios. Tres nombres: Pink Floyd, Led Zeppelin y Bruce Springsteen.

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