Ok, hay que juzgar las cosas por su interior, pero los detalles son importantes, no me jodas. En estos tiempos del live fast, eat fast, se nos escapa la vida por la ventana antes casi de haber empezado a subir las persianas. Estoy de acuerdo en la necesidad de aprovechar el momento, en no planear un futuro, cuya incertidumbre es la sal de la vida, el morboso placer de no saber que te vas a encontrar en la próxima esquina, pero eso no es compatible con vivir a toda velocidad, como hormigas en fila india transportando el trozo de comida asignado al hormiguero. Vivimos encerrados en una sociedad de consumo en la que hemos aprendido a relacionarnos a través de un móvil, que ya sirve para cualquier cosa, excepto para llamar por teléfono y para sentir el calor de la voz. Son los tiempos que nos toca lidiar, los de la soledad premeditada, y el éxito reflejado en tu cuenta corriente o el número de amigos en una red social. Olvidamos pasear por las aceras, dejar que el aire te pegue en la cara mientras no sientes prisa por llegar, sentir el roce eléctrico de la piel del que pasa a tu lado, la intimidad compartida de un café en el bar.
Por eso doy tanta importancia a los detalles, porque el contacto rápido de las cosas nunca me interesó, soy de los que dejó el reloj olvidado en un rincón. Si ya me falta tiempo para todo lo que quiero hacer, de que me sirve estar encadenado a un minutero. He aprendido a degustar las pequeñas cosas que marcan la diferencia. No me excita la música digital, si no puedo tocarla, sentirla en mis dedos y vista, a la vez que conquista mi cerebro a través de mis oídos. En estos tiempos, del haztelo tu mismo, en el que las prisas nos han convencido a todos de que somos capaces de perder la necesidad de la humildad, prefiero perder dos minutos observando que acumular éxitos ficticios en mi desvencijado baúl. Esa querencia por marcar la diferencia, de intentar ofrecer algo cálido, lo he sentido con el disco de los madrileños Whisky Caravan, que han huido del cada vez más usual cartón, para presentar su Donde ella duerme, con toda la riqueza de detalles que merece aquel que mima lo que hace.
Una bonita portada, para este doble cd, con cuidada presentación y los cds en una estupenda réplica del vinilo. Pero vamos a lo importante, lo que hay en su interior. Ya hace tiempo que salió este disco, pero a través de Rock Estatal Records, lo han reeditado, lo que les ha dado más banda que cuando lo hicieron volar libre por su cuenta. Lo primero que destaca, y que posiblemente marca la grabación, es el parecido de Danny Caravan en su forma de cantar con Bunbury, y aunque musicalmente, la banda se mueve por terrenos más propios del rock, sin estridencias no necesarias, durante todo el disco se siente esa marea que arrastra hacia la orilla, una y otra vez tanto a Heroes del Silencio, como a su vocalista en solitario. Canciones como «Aullar» o «Fuego y gasolina», tienen ese toque a vodevil que el aragonés reflejo en aquel buen disco llamado Flamingos. Saben mezclar a la perfección, influencias del rock elegante de este país, en canciones como «Volver« o la fantástica «Hacia ningún lugar« , con la potencia de canciones como «Escombros» o «Sombrero«, en la que las guitarras cobran mucho protagonismo o incluso, propuestas de corte más américanas como «La suerte que has tenido«.
No me gustaría terminar sin destacar «Un sucio cristal«, un medio tiempo que te va envolviendo con esa atmósfera que son capaces de crear y que va subiendo en intensidad, hasta golpearte con un riff brutal. El segundo cd, nos encontramos con un videoclip, algunas versiones en acústicos, y un inédito «Ciao bella«.
Seguro que la banda ya está inmersa en nuevas canciones, con la cabeza en nuevas grabaciones, porque la carta de presentación que ha dejado, cumple las expectativas, y a pesar de lo arriesgado de sus intenciones -¿quién necesita cobardes?-, estás parecen tenerlas claras. Les va a ser difícil quitarse de encima la sombra de Bunbury, principalmente por la similitud de las voces, pero eso es algo que está ahí, y que guste más o menos, no deja de ser parte del patrimonio que Whisky Caravan pretenden ser.
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