Que las religiones organizadas, me parecen en su gran mayoría una mafia en la que unos cuantos aprovechan el fervor de muchos, no es ningún secreto. El hombre es hombre y le gusta jugar a ser dios, y a decir para tranquilizarnos, que habla en nombre de él. Pero dice todo el mundo, que desde los principios de los tiempos, hemos necesitado creer, achacar aquello que no somos capaces de comprender, a una fuerza sobrenatural y creadora, e incluso, que forma parte de nuestro instinto. Yo que sé, puede ser. Yo creo en el rock and roll, y muchas veces, tengo fe ciega en ciertas bandas, y eso va más allá del éxito que puedan tener. Creo en Jolly Joker, lo llevo haciendo desde que lanzaron aquel primer ep, en el que mostraban que su monte del calvario estaba entre Harleys y botellas de bourbon, más cerca del Sunset Boulevar de Los Angeles, que de su Valencia natal, tierra de ese horror con forma de alcaldesa. «Sex, booze and tattoos» fue un paso adelante, un capítulo más de mi credo con estos tipos. En el, seguían la dinámica de aquel debut, pero mostraban que cualquier motivo de estancamiento, tampoco iba con ellos.
Ya con «Here come… The Jokers!!» en mis manos, y en mis oídos, renuevo mi fe en estos macarras del hard rock mas vicioso. Detrás de esa fantática portada, con guiños al maestro Robert Crumb, se esconde un pepinazo en toda regla, en el que han seguido marcando su camino y evolucionando. Se notan diferencias con su anterior disco, y no solo hablo de calidad, también en las composiciones. Ahora hay mucha más melodía en la música. La visceralidad, sigue estando en la garganta de Lazy Lane, un tío que pone la cara colorada a más de un rock star maltratado por el tiempo, que sigue rulando por ahí. Pero la principal baza en este disco, para diferenciarse del anterior, son las guitarras de Janick y Eddie. Si tuviese que buscar un definición rápida para este disco, diría que es algo así, como un «Dr Feelgood» de Motley Crueregado con dosis de power pop, que lo rematan de manera cojonuda.
El disco desprende mucha fuerza, mucha energía. Aquí se nota la presencia de los grandes del hard angelino, pero con algo más. Escuchad las guitarras de «Rockin’ in stereo», la canción que abre el disco, y ya sabréis de lo que os hablo. «Hey you» es más cañera, más directa, con un estribillo y un Lane maltratando su garganta como el puto grande que es. La base rítmica, con un grandísimo Kickstars, es contundente, ponen esa consistencia necesaria, entre tanta dosis de chulería rockera que destila la grabación. «Sidewalks» es puro hard rock, amiguetes, y ese estribillo suena a los mejores Motley Crue, banda con la que mi cabeza siempre relaciona a los Jolly Jokers. «No way out» es un viaje sin retorno a los ochenta, potente, con una base muy dura y unas guitarras muy directas. «Showgirls» es una canción para escuchar una y otra vez, con una melodía que a mi personalmente, me gusta muchísimo. Ojo al estribillo.
Vuelta al hard rock de los 80, con unas guitarras a lo Dokken en «Ride on», y un estribillo esos para dejarte la garganta en los conciertos y derramar media cerveza mientras botas como un poseso. «Full of beans» fue la canción que escuchamos antes de salir el disco, donde las melodías vuelan libres, y más se nota ese rollo power pop que mencionaba antes. «Perefect life» es puro rock and roll, oiga, de ese que nos enseñaron los hermanos Young. «Way back home» es una puta maravilla, parece que muchas bandas han olvidado la importancia de las power ballads en el hard rock, por suerte, Jolly Joker, no. Que bien suena «King Size», haciendo volar a mi cabeza a otra de mis bandas favoritas, Hanoi Rocks y ese puto amo que es Michael Monroe. El bajo de Luke manda en el comienzo de «Damned» hasta llegar a «No place to go», chulesca, macarra, viciosa, sleazy en esencia. Que pedazo de disco se han marcado estos tíos, de lo mejor de lo que llevamos de año.
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