Seguramente, al caer la noche, deberás dar las gracias a quien o a lo que quieras, por muchas cosas, pero no deberías olvidar hacerlo por aquellos que siguen colgándose un instrumento e intentando alegrarnos el día a base de canciones. Los Penúltimos son otra de esas bandas que reclaman su sitio, su momento de atención. A cambio, te ofrece todo el disfrute posible. Lo suyo es un infeccioso triángulo de blues, rock y gotas de pop, relleno con momentos de la mejor música americana; incluso ráfagas de garage. Este Pequeñas victorias se te pega al paladar casi desde el primer instante. Tiene un cierto deje a Los Enemigos, que es muy de agradecer, sobre todo en la voz, llevándote por un mar de historias donde te invitan a navegar con ellos.
El modo más melódico se nota en los primeros temas del disco. Canciones como «Al llegar la madrugada», «No tengo prisa», «Un nuevo día, un nuevo amor» o «No me ves», donde se puede hablar de una interesante mezcla de los de Josele Santiago y Los Lunáticos, por ejemplo. Se anima la cosa a partir del «Blues del calamar», una fantástica canción más entroncada en el blues, que sin desmerecer a las anteriores, a mi me pone mucho más. Igual pasa con «Frío» y esa armónica, junto a los sonidos más rockeros, la más potente «Donde las dan las toman» y la movida «Blues del partido» con su sabor clásico.
«Cuchará», con ese bajo tomando protagonismo, se alinea junto al mejor pop rock. «Las dos penas» es más r&b, acelerada, intensa. Cierran con «Furor interino», sacando de nuevo su faceta más rockera, sin morder, pero sin dejarse acariciar.
Un buen disco, para todos aquellos que disfrutan del rock hispano de siempre, de gente como Los Enemigos, Deltonos, y todas esas bandas capaces de aunar influencias en pos de un sonido propio. Por ponerles una pega, quizás les falta algo de garra, que seguro que les sobra en directo.
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