Si uno junta en la misma frase los nombre de Frank Sinatra y de Bob Dylan, a priori, suena raro, y más si el segundo retoma el cancionero del primero. ¿Ejercicio de vieja gloria que pasa de todo? ¿Capricho? Son esas las primeras palabras que te vienen a la cabeza, sobretodo después de algunos ejercicios efectuados por otras personalidades similares queriendo lucir cada antojo o extravagancia sin tener en cuenta a su público. Cada uno es libre, evidentemente, de hacer lo que quiera con su dinero, y nadie le obliga a comprar dichos artefactos.
Pero Dylan es viejo zorro. Más zorro que viejo, diría yo. Y lo que en un principio parece un simple ejercicio de onanismo musical de una vieja estrella de la música, se convierte en un trabajo más que interesante y muy bien estructurado. Evidentemente, al que no le guste Dylan, tampoco este disco le va a cautivar.
Lo primero es que Dylan evidentemente no va a intentar emular a Frankie Blue Eyes. The Voice lo es por algo. Bob canta con su peculiar tonalidad y, aunque a muchos nos guste, otros dicen que no es un gran cantante. Y cuidado, porque todo hay que ver con que perspectiva uno oye sus trabajos, porque antes y ahora, a sus 73 años, mantiene su voz única, como en los mejores tiempos, aunque posiblemente ahora más templada.
Segundo punto a favor de Bob Dyla: el tomar un cancionero no trillado por la mayoría de artistas de diferentes estilos. Salvo por el clásico las “Hojas Muertas” (Atumn Leaves) a la que consigue darle savia nueva. Un tema que ha sido versionado por fabulosas voces como las de Nina Simone y/o Yves Montant por mencionar algunas de ellas. Además, el viejo gruñón demuestra una vez más su amplísimo conocimiento musical, cosa más que demostrada con aquel fabuloso programa de radio en el que fue un perfecto maestro de ceremonias.
Todos estos temas fueron cantandos por Frank Sinatra, pero solo “I’m a Fool to Want You” fue coescrita por la voz junto a Jack Wolf y Joel Herron, por lo que veo erróneo decir que el disco es un compendio de versiones de Sinatra.
En “Full Moon and Empty Arms”, tema Compuesto por B.Kaye y T.Mossman en 1945, que Sarah Vaughan llevó a la gloria, nuestro hombre se marca una versión crepuscular acompañado de un precioso pedal steel guitar a cargo de Donnie Herron. «That Lucky Old Sun», un corte que también fue versionado por Johnny Cash en su disco American III: Solitary Man… y de esta manera transcurre Shadows In The Night, un trabajo que salió a principios de febrero de 2015, diez canciones producidas por Jack Frost, que no es otro que el mismísimo Dylan bajo su seudónimo favorito.
Este es el trabajo N.36 del trovador de Duluth, sin contar directos y otros artefactos, un palmarés difícil de igualar en calidad. ¡Otro disco de versiones! Dirán los dubitativos. Sí, pero no. Dylan saber hacer grandes versiones, es un especialista, sólo hay que ver como retuerce su propio cancionero en directo, dándole nuevas formas a temas mil y una vez interpretados. Y es que no es fácil tomar canciones que han sido grabadas y pensadas con arreglos elaborados para llevarlos a su terreno. Aquí está la grandeza de Bob.
Prácticamente grabado en directo en el estudio, tal como se hacía antaño, sin overdubs ni trampas, a pelo, dando vida nueva a estas canciones. Un disco corto, una especie de postal musical, relajante y embriagadora. Mr. Zimmerman hace suyas las composiciones ajenas de tal manera que parecen que siempre han sido suyas, y eso, amigos pocos saben hacerlo. ¿Y cuál ha sido el resultado? Un buen disco, mucho mejor de lo que uno podía esperar. Su recompensa: ser número uno en la lista de álbumes más vendidos del Reino Unido.
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