No hay que dar demasiadas vueltas a ese trayecto de hora y veinte minutos que realiza Ivan Locke como si de un viaje de purificación se tratase. Tampoco importa demasiado todo lo que acontece en tiempo real dentro de ese BMW una vez el conductor tras ponerse verde el semáforo elige tomar a la izquierda o a la derecha, representado una dirección regresar a casa después del trabajo y sentarse tranquilamente a ver el partido, o por el contrario enfrentarse directamente con sus fantasmas presentes y pasados.
De la misma manera que poco importan las diferentes conversaciones mantenidas por el manos libres y que parecen ser el único eje de la película. No, hay que ser sinceros, en realidad nadie prestaría atención a lo que le acontece al bueno de Ivan si no hubiese pagado una entrada de cine para asistir a la expiación de su culpa cueste lo que cueste.
Y es que lo que nos plantea el escritor Steven Knight recientemente metido a director, es algo cotidiano, habitual que acontece millones de veces a lo largo del día/noche en el mundo, y es que cada coche, cada persona que se cruza por tu camino es una historia personal que a nadie más que al conductor interesa. Dentro de cada coche, ya sea de la gama que sea, hay una historia, unas vivencias y una toma de decisiones que bien pueden marcar el devenir de los próximos años, pero esto a nadie más, y menos en este mundo tan individualista que nos ha tocado vivir, que al que la vive le interesa, y plasmar exactamente esto a lo largo de la hora y veinte minutos de película, en tiempo real, y tener al espectador sentado ante una simple historia de hormigoneras, calibre del cemento y de infidelidades, de la que eres totalmente ajeno y poco o nada te interesan, es una apuesta terriblemente arriesgada y aquí, de la mano de Knight acaba resultando ganadora, pero para eso ha sido necesario varios elementos claves, y el primero y fundamental es la soberbia actuación de Tom Hardy, y es que no es nada fácil que tu cara sea el único elemento para afianzar una interpretación y no disponer de ningún otro acompañamiento con el que apoyarte.
Lo de Hardy en Locke es de otra dimensión y merecedor de algo más que la nominación el año pasado, no olvidemos que la película es del 2013, que la de mejor actor por la British Independent Film. pero por mucho que Hardy se haya sacado de la manga posiblemente el mejor papel de su carrera, Locke, de no venir acompañada por esas tomas nocturnas y sobre todo por la magnifica música de Dickon Hinchliffe, la cosa no iría más allá, pero aquí esta cotidiana historia que poco o nada nos importaría se acaba convirtiendo en una muy buena película, exactamente igual que Drive o Lost In Translation, y que por suerte año tras año pequeñas historias consiguen sobrevivir a las grandes parafernalias habituales que nos llegan desde los EEUU.
Me gustó bastante la película. La manera en que está narrada la historia me gustó bastante, dejando muchos elementos a la imaginación. Nunca se hace aburridora, la trama es envolvente sin necesidad de efectos especiales ni sangre, los conflictos del personaje es el gancho de esta buena película y la actuación de Tom Hardy me gustó bastante también. Muy recomendada.