Los he descubierto gracias, como casi siempre, al círculo rockero con el que interactúo a través de las redes sociales. Es esta otra frecuente prueba de que en el escenario español hay una gran cantidad de bandas de calidad internacional, capaces de echar abajo la distinción. Sólo hay que sacarlas de la cripta excavada por quienes manejan el pequeño cotarro rockero. A las redes no hay quien las pare, y se nota.
De acuerdo a su biografía oficial, el grupo parece obviar sus andanzas anteriores a Lucifer, durante las cuales jugaban al punk rock, como se puede comprobar escuchando su anterior álbum, Scorpio. No me extraña: el salto cualitativo del grupo es sorprendente. Del punk ramplón y constante a un hard rock agresivo que, guardando claras influencias de Motörhead, se acerca más a lo que produjo la cantera escandinava en los noventa que a las calimotxadas españolas. Véase: Turbonegro, Hellacopters o Backyard Babies.
La producción es de hierro, como el sargento clintológico al que homenajean en la pegadiza “Sudor y Napalm”, y se asemeja, salvando las distancias presupuestarias, a lo que consigue Motörhead en sus últimos lanzamientos: un trío que sonando a dinamita, explosivo y ruidoso, permiten distinguir cada instrumento sin dificultad. Suenan hasta a sleazy en cortes como “Lucifer” o “Caída Libre”, pero en ningún momento dejan de lado el tonelaje de una banda metalera.
La mezcla de riffes de acero, distorsionados hasta decir basta, un bajo bombástico y una batería que acribilla los tímpanos, con la voz de Lex, da como resultado un conjunto de canciones melódicas, agresivas y que se desean disfrutar en directo en cuanto termina el álbum. Corear «Sudor y Napalm» o «S.D.V.» debe hasta rejuvenecer. Todo menos los oídos, claro.
Media hora de canciones que hablan de rock y personajes de cine. Treinta minutos que incluyen solos de guitarra arrebatadores -”Buscame” es bestial-, riffes de quinta arropados por el sonido del bajo y melodías vocales pegadizas hasta decir basta. Media hora de canciones incendiarias. Un disco de los que hacen darse cuenta de lo insulsos que son los prejuicios.
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