El revuelo surgió de una exclusiva ofrecida por La Reputada en el que se mostraban las cifras de venta reales, recogidas por Promusicae. Estas son tristes, pero más triste aún es (intentar) engañar a los pocos que compramos cedés generando inercia de ventas a base de entregar Discos de Oro.
El engaño no consiste en rebajar la cuota de ventas necesaria para recibir el galardón. Lo que Promusicae tiene en cuenta para la entrega es «la cantidad de discos puestos a la venta en el mercado». Váyanse a tomar por culo.
Que la venta de discos ha caído en picado es un hecho que hay que asumir: las descargas, las mantas y el streaming -en menor medida- se han cargado el negocio discográfico como tal. ¿Los conciertos? Revisen este artículo: El Oro y el Fango, o este otro: Las doce Mentiras, que la cosa no está tan clara.
La desesperación de quienes han vivido de puta madre durante tantos años a costa de sus artistas los ha llevado a realizar este tipo de maniobras desesperadas. Inflar las cifras de venta y entregar premios fantasmas para captar más compradores. Ja. Asumámoslo: hoy día los cedés, vinilos, blu-ray’s y demás son puro fetichismo. Las nuevas generaciones ni siquiera se complican la vida con la calidad del audio. Los cedés se han convertido en juguetes para coleccionistas. Hay bandas que ni siquiera los producen: ponen sus canciones directamente a la venta en iTunes, esa tienda donde puedes comprar un fichero que jamás podrás legar porque sólo te pertenece a ti. iTunes que se vaya a tomar por culo también, y que lo acompañe el DRM.
Y a mi todo esto me da pena, pues yo compro cedés. Lo hago porque me gusta el soporte físico. Me aporta una maravillosa sensación de haber adquirido una obra de arte que ahora está en mi poder. ¿Fetichimo y coleccionismo? También. Adoro las portadas, los libretos, los discos bien hechos. Además, puedo regalarlos. Cuando compro un disco, ni me fijo en si el artista se ha llevado un Disco de Oro, si está en lo alto de las listas de ventas o yo que sé. Compro discos que, por lo general, ya he escuchado de una manera u otra. En escasas ocasiones, lo hago por completismo. Y si se los puedo comprar directamente al grupo, mejor que mejor. Me parece lo más justo. Pero la gente te mira como si estuvieras tirando el dinero. Eso es de frikis.
La industria discográfica se cae a pedazos, la autofinanciación, el crowdfunding y los caminos alternativos de ventas son un posible futuro. Quienes se fían de la pegatina de «Disco de Oro» son los mismos que sustentan el todo gratis, y la gente de Promusicae, si se dedica a lo que se dedica, debería saberlo: quienes escuchan música casualmente, no compran discos. Dejen de engañar al público con falacias como las de los galardones, y sobre todo, dejen de engañarse a sí mismos.
Si quienes manejaban el cotarro hubieran apostado por el progreso, hubiesen pensado en su propio futuro y se hubiesen levantado de ese trono de comodidad que se cae a pedazos, otro gallo cantaría. La avaricia rompe el saco.
Por cierto, odio los digipacks.
Para quien de verdad le gusta la música es normal todavía comprar CD, no hay cosa más guapa que ver como con el tiempo se va formando una pequeña colección, luego depende de lo que invierta cada uno pero sin mucho esfuerzo se pueden recopilar buenos discos, mejor gastar algo en dinero físico que no en un archivo virtual, eso no vale para nada.
A las cifras de ventas y los discos de oro o platino creo que hay poca gente que realmente ya le de valor
Cómo te comprendo.
Tu artículo explica cosas con las que estoy muy de acuerdo.
Un saludo