Amazon Prime Video está innovando en la ciencia ficción, que comenzó con las primigenias «The man on the high castle» o «Electric dreams» y que en los últimos tiempos ha conseguido sorprender con las brillantes «Historias del bucle» y «Upload». En esta ocasión deja el mundo de las series para volver a los largomentrajes con «The vast of night», una propuesta de bajo presupuesto pero que hace de la necesidad y virtud y que presenta como nuevo realizador a Andrew Patterson, que elige una alambicada puesta en escena, complicada de catalogar, llena de ingeniosas secuencias, con desigual resultado.
Todo comienza con una presentación en un pequeño televisor de pantalla de tubo, que en la línea de los seriales de los cincuenta nos ofrece un capítulo de la inventada «The paradox theatre», donde en un pequeño pueblo estadounidense, de esos donde nunca pasa nada, comienzan una serie de extraños sucesos referentes a supuestos avistamientos de objetos no identificados en el cielo y unos extraños ruidos, descubiertos por la operadora de teléfono local y un locutor de radio, mientras la comunidad se encuentra, casi en su totalidad asistiendo a un partido de baloncesto, en el polideportivo del instituto. Las imágenes se van sucediendo alternando planos fijos de larga duración, con complejos planos secuencia, llevado al límite en la secuencia que va de las estaciones de teléfono a la de radio, donde hasta llegar a la emisora pasamos por el instituto y el pequeño pueblo, cosa que también sucede en su plano de apertura. Todo, dialogado a toda velocidad, incluso permitiéndose el lujo de ofrecer algunos parlamentos con la pantalla en negro. Soluciones que unas veces funcionan y otras no pero que demuestran las ambiciones y el sentido visual de Patterson, apoyado en una extraña banda sonora, en una curiosa fotografía nocturna y unos actores donde destacan sus dos protagonistas Sierra Mc Cormick y Jake Horowitz.
Entre sus nada disimulados homenajes podemos ver muchas del cine de ciencia ficción de los cincuenta, donde los seres extraterrestres no eran más que los miedos de la población a una supuesta invasión soviética, de la que hay más de una línea de diálogo, a «La guerra de los mundos» o al «Encuentros en la tercera fase» de Spielberg. Una amalgama de antiguas cintas que deja un buen regusto, más siendo una «opera prima» y de la que al final se puede disculpar esa sensación de querer sorprender en cada secuencia, en cada plano, en cada avance del guion.
Una muestra del riesgo que están tomando algunas compañías de «streaming» por ofrecer obras novedosas, tanto de producción propia como ajena o de los últimos años como de tiempos pasados, pues buceando en el catálogo de Amazon Prime Video encontramos auténticas joyas, complicadas de ver en otro lado; desde Bergman a Tati, pasando por Dassin o Varda, entre otras muchas joyas del cine europeo y americano y subproductos italianos de los ochenta, pues no hace demasiado pude visionar las dos primeras partes de «1990: Los guerreros del Bronx» de Enzo G. Castellari. Bien por los Jeff Bezos, aunando riesgo, calidad y obras difíciles de encontrar en otro lado, como esta «Inmensidad de la noche».
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