Jonathan Entwistle se dio a conocer con la entretenida «The end of the f***ing world», una comedia negra de corte alternativo que reflejaba el pesimismo de los adolescentes actuales. Ahora regresa con “Esta mierda me supera” (horroroso título español de “I am not okay with this”) con la que comparte temática y estilo. Una quinceañera que va descubriendo su incierta sexualidad mientras ve con asombro como empieza a experimentar superpoderes, en un aburrídisimo suburbio de Pittsburgh. Uno de esos lugares que hastían y ahogan, donde todo el mundo se conoce y ser diferente es sinónimo de raro y apestado social. Los personajes, como en la anterior “The end of the f***ing world” son gente extraña para la “bienpensante” sociedad; jóvenes tristes, marginados que nunca gozaran de la popularidad de las animadoras o las estrellas deportivas del instituto. Y todo narrado con un tono parecido a su anterior serie, con una puesta en escena similar, tanto en la fotografía como en la elección de planos, lo que en más de un momento parece un auto- homenaje a su principal éxito.
La diferencia es que no solo emula su propia serie sino que se apunta al “revival” ochentero, que ha llevado al paroxismo «Stranger things», con múltiples referencias al cine de los setenta y ochenta: las más notorias son al “Carrie” de Brian De Palma y al cine de John Hughes, con referencias a “Dieciséis velas” y un capítulo que nos conduce a la inmortal “El club de los cinco”, aunque con toques al opresivo Derry que se podía observar en el «It» de Stephen King, cosa que seguro que han tenido en cuenta sus responsables pues los dos actores protagonistas tenían bastante peso en el reparto de las primeras andanzas del temible payaso Pennywise. Unos perfectos Sophia Lillis y Wyatt Oleff, bien secundados por los casi debutantes Sophia Bryant, Richard Ellis y Aidan Wojtak- Hissong entre la parte menor del reparto y Kathleen Rose Perkins como la madre de la protagonista. Todos cumplidores.
En lo referente a la puesta en escena podemos observar los ecos del cine independiente en la elección de planos y fotografía, con “The end of the f***ing world” como referente (con el que comparte la cinematografía de Justin Brown), aunque con toques de más clásicos juveniles de los ochenta como el “Cuenta conmigo” de Rob Reiner o, en menor medida, “Los Goonies” de Rob Reiner. Esos pueblos del extrarradio donde los chavales crecen libres, más seguros pero con pocas actividades para el ocio, en institutos bien preparados con sus laboratorios de química, que nos conducen a “E.T., el extraterrestre”, bibliotecas, pista de atletismo, campo de fútbol americano y gran pabellón de baloncesto donde celebrar el baile de graduación, residiendo en esas casas grandes y con sótano.
En general, tono medio más que aceptable, basándose en un cómic del mismo autor que “The end of the f***ing world” (que desconocemos y no hemos leído) pero al que han apuntado una actualización a los nuevos tiempos, con temas más de actualidad al cine juvenil de esa década, ahora mitificada por lo hijos del “baby boom”, hoy por hoy padres de familia. Cosa que también se puede ver en el listado de canciones que jalonan su banda sonora, donde suenan Pixies, Prefab Sprout, Aztec Camera, Echo and the Bunnymen, Roxy Music o Roxette, entre otras muchas bandas que harían las delicias de Sophia Coppola. Y todo en siete episodios de menos de veinticinco minutos de duración, que van de menos a más, dejándonos con las ganas de la segura segunda temporada, pues tiene pinta de que “Esta mierda me supera” (seguimos prefiriendo “I´m not okay with this”, que nos corrija Ángel Ferrer si encuentra mejor título que “No estoy bien con esto”) va a gustar y funcionar entre diferentes tipos de público.
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