Parece claro que en este momento del año el nombre propio es el de Stephen King, del que se están viendo varias adaptaciones tanto en la pequeña como en la gran pantalla, como es el caso de las mediocres «La torre oscura» de NikolajArcej como la serie «La niebla» que se suman a mucho mejores películas como las tres de Frank Darabont (“Cadena perpetua”, “La milla verde” y “La niebla”), las dos de John Carpenter (“La niebla” y “Christine”), George A. Romero (“Creepshow” y “La mitad oscura”) y RobReiner (“Cuenta conmigo” y “Misery”) y visiones de directores tan importantes como Stanley Kubrick (“El resplandor”), David Cronemberg (“La zona muerta”), Brian De Palma (“Carrie”) o Tobe Hooper (la estupenda miniserie “Salem´slot”). Con una producción tan masiva, ya que sus novelas se venden solas, y con facilidad para trasladarlas al cine, casi la integral de su obra ha sido llevada al cine en alguna ocasión. De “It” solo había una versión anterior, una miniserie de tres horas dirigida a inicios de los noventa por Tommy Lee Wallace, una especie de híbrido entre cine y televisión, rodada en montaje paralelo, mezclando las dos luchas contra el malévolo payaso “Pennywise”, de adolescentes y de adultos. El caso es que funcionaba bien la parte infantil y la histriónica actuación de un desatado Tim Curry y flojeaba la caza del villano, ya de adultos. Eso sí, conseguía un icónico inicio con la muerte del pequeño Georgie persiguiendo su barco hasta la alcantarilla, que han decidido reproducir casi de forma idéntica en esta versión de Andrés Muschietti, director argentino que logró su reputación en el horror con el cortometraje, y posterior largometraje, “Mamá” y que ha logrado mejorar su antecedente.
No desvelamos nada si escribimos que la cinta ha sido dividida en dos capítulos, siendo este primero la parte infantil, dejando para la segunda parte la lucha definitiva contra “Pennywise”. Su malsana atmósfera mezcla el mundo real, donde el grupo protagonista disfruta del verano en su pequeño pueblo de Maine y el mundo onírico donde el malvado clown se convierte en su mayor pesadilla, un ser espectral que se alimenta de miedo y que devora niños cada 27 años. Una especie de cruce entre “Cuenta conmigo” y “Pesadilla en Elm Street”, de hecho es gracioso ver las marquesinas de los cines donde emiten la quinta entrega de las andanzas de Freddy Krueger, además del “Batman” de Tim Burton o “Arma letal 2”. Guiños que van a gustar a los que hemos vivido el final de los ochenta (todavía recordamos los cines donde vimos dichas películas), como las bromas con aquella banda de pop adolescente llamada New kidsonthe block, mezclados con una buena selección de canciones con TheCult o The Cure y un acertado “score” de BenjaminWallfisch o la “ochentera” fotografía de Chung-HoonChung. Parece evidente que ha sido un acierto trasladar la acción en esa década y no en los cincuenta como en el libro, en un guion que funciona y donde destaca el nombre de CaryFukunaga; director de esa joya de la televisión como es la primera temporada de “True detective”. Al correcto “libreto” hay que añadir la competente realización de Muschetti, que con los mimbres que tiene construye un más que correcto cesto, con un ritmo adecuado en sus dos o horas y cuarto de duración, que a pesar de que cae en más de un lugar común del cine de terror como asustar mediante aumentar el sonido y situaciones absurdas, mantiene un buen tono medio con una puesta en escena que mezcla sin problema la lluvia, el sol y el bosque, con pocas escenas nocturnas.
Entre los actores destaca, como no podía ser de otra manera, el “Pennywise” de Bill Skarsgard, que tiene una voz casi idéntica, igual de nasal y aguda, que su hermano Gustaf, el Floki de la serie “Vikingos”. Los chavales cumplen todos bien, aunque encontramos demasiado desarrollada en comparación al resto de la pandilla a la joven SophiaLillis, de gran parecido físico con las hermanas Fanning. Un “divertimento” que está reventando la taquilla y demostrando a los responsables de “La torre oscura” todos sus defectos y volviendo a situar a Stephen King en el pedestal que, casi, siempre ha tenido.
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