Hay mañanas que es mejor no levantarse. No, no es que lo diga yo. Nos lo dice La Familia Iskariote. Nos lo cuentan como título de su último disco y en la primera canción que lo abre, con un susurro que nos lleva con sigilo hasta que entran los vientos y ese ritmo tan propio del ska. Sexto disco de una banda que sabe manejar como nadie la coctelera con total sabiduría y libertad para ofrecernos un coctel sonoro donde el susodicho ska por bandera. Los palentinos no se andan con medias tintas ni medias verdades a sus ritmos le ponen como cuchillas sus afiladas letras. Ocho años llevaban de silencio discográfico, sin pasar por estudio para plasmar sus canciones pero mira por donde con Rock Estatal Records como vehículo tenemos el nuevo disco de La Familia Iskariote en las manos. Saltamos de ritmo hacia el reggae de «Sobre ruedas» al que tal vez le falta algo de punch para mi gusto. La denuncia siempre presente como retrato de la dura realidad que nos rodea aparece inherente a su música. El drama de la inmigración, de los que se juegan la vida en un bote tiene su garganta preparada con «Buscando mejor vida».
Cuando una canción se llama «¡Es ska!» no necesita presentación pero si atención porque nos cuentan la historia de esta música que les trae de cabeza. «No tengo tiempo de ná» es un calypso con el que denuncian el machismo con mucho arte. Continua el kilombo con «Acordes Salazar». Precisa y preciosa guitarra la que meten en «Qué voy a hacer» aprovechando los juegos vocales para dotar a la canción de mucha melodía. No podía -ni debía- faltar el raggamuffin de «No es difícil» en la que vuelve a destacar la guitarra, sin atesorar protagonismo pero aportando muchísimo al sonido. Ojo a la instrumental «Gracias Chick» donde con aires jazz dejan constancia de su buen hacer. Cierra el disco el grito de guerra «Manifestación» dejando en el ambiente esa impresión de que estamos ante una banda que jamás defrauda a sus seguidores. Solo esperemos que esta vez no necesiten tanto tiempo para el próximo disco.
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