El poema número XXXVIII de Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire, está compuesto a su vez de cuatro poemas con título diferente. El que hoy nos ocupa es el tercero, titulado El Marco. Un poema en el que la belleza de la persona en cuestión, la mujer descrita, encaja perfectamente como si se tratese de una pintura con su marco.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LE CADRE
Comme un beau cadre ajoute à la peinture,
Bien qu’elle soit d’un pinceau très-vanté,
Je ne sais quoi d’étrange et d’enchanté
En l’isolant de l’immense nature,
Ainsi bijoux, meubles, métaux, dorure,
S’adaptaient juste à sa rare beauté ;
Rien n’offusquait sa parfaite clarté,
Et tout semblait lui servir de bordure.
Même on eût dit parfois qu’elle croyait
Que tout voulait l’aimer ; elle noyait
Sa nudité voluptueusement
Dans les baisers du satin et du linge,
Et, lente ou brusque, à chaque mouvement
Montrait la grâce enfantine du singe.
EL MARCO
Como un bonito marco añadido a la pintura
aun siendo esta de un pincel muy alabado,
no sé qué diablos de raro y encantador
levantándose de la inmensa naturaleza,
también las joyas, muebles, metales, el dorado,
se adaptaban solo para su extraña belleza;
nada ofendía su perfecta claridad,
y todo parecía servirle de límite.
Incluso se hubiera dicho a veces que creía
que cualquiera quiso amarla; ella ahogaba
su desnudez como si su apetito creciese al saciarse
en los besos de satén y sábana,
y, lenta o repentina, en cada movimiento
mostraba la gracia infantil del mono.
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