Ir al Algarve siempre es una buena opción, sobre todo si se pueden evitar las masificaciones estivales, ya que es un destino donde destaca el sol y la playa, por lo que en este caluroso final de octubre y principio de noviembre esta zona del sur portugués se convierte en la elección adecuada para pasar unos días disfrutando de sus paradisiacas playas, su interesante gastronomía y algo de su música. Comer una cataplana de mariscos y pulpo en la maravillosa Isla de Tavira, con esa llegada en barco desde el pueblo, bañarse en la inenarrable Cacela Velha, kilómetros y kilómetros de arena virgen situada en un estuario o deleitarse con una de las mejores playas de Europa y del mundo como es Marinha, con sus colosales esculturas de roca flanqueando el océano Atlántico. Entre tanta belleza que puede producirle al turista un enorme «síndrome de Stendhal»,encontramos una noche de fado en un pequeño pueblo de la montaña; Sao Bras de Alportel, cuya carretera que cada vez es más escarpada y alejada del mar njo debería asustar a nadie, pues es cierto que es posible que no tenga la belleza de otros rincones pero por dos sitios merece la pena la visita. Uno es «Luis dos frangos», típica churrasquería donde toda la carne se hace al carbón, otorgando ese punto de sabor difícil de conseguir de otra forma, impresionante el pollo y el cordero regados por el tinto de la casa y deliciosos el «bacalao a bras» y los postres caseros en un local que destaca por ser colocados en mesas de diez comensales, con gente que no conoces alrededor y su increible precio (lo más barato que he visto en años). El otro lugar es el Museo del Traje, con su sala de exposiciones y conciertos contigua. Allí se celebran desde conciertos de jazz a esta «noite do fado» tan peculiar.

Creo que la única vez que hemos hablado en Rockthebestmusic de la canción tradicional portuguesa fue este verano, a raíz del concierto de Minha Lua en El Puerto de Santa María. Un canto nostálgico y sentimental, envuelto en esa «saudade», que hace añorar aquello que se ha perdido o que nunca se ha tenido. Tal vez la música más melancólica que existe, tanto como uno de los poemas de Fernando Pessoa, así que nos encontrábamos el domingo 29 de octubre de 2017 a las 21 horas para ver este «Fado no museo» en Sao Bras de Alportel.

Tres músicos como José Pinto, José Santana y Te Correia interpretaban las melodías a guitarra, guitarrón y contrabajo con seis fadistas (cuatro mujeres y dos hombres) alternándose a la voz en un espectáculo de más de dos horas, ante una sala repleta de público, separándose a partes iguales entre la parte local y una pléyade de extranjeros, sobre todo alemanes e ingleses. Gentes de todos los rincones de Europa que destacaban frente a los oriundos que cantaban los estribillos más conocidos. Del repertorio notamos mucho clásico, de hecho comenzó con «Cartas de amor» y ese inicio que dice «-Como jurei/ com verdade o amor que senti» en la voz de Sara Raquel, que sorprendentemente y sin motivo aparente solo subió en una ocasión al escenario. Entre los cantantes masculinos el veterano Carlos Cristo dio una lección de prestancia con fados lisboetas, evocaciones a Alfama y al tiempo perdido mientras que el más joven Arnaldo Santos gustó mucho con su potente voz y su forma de encarar los temas. Entre las mujeres la parte madura la ofrecieron Madalena Kliché y Maria Mizé Melo, aunque a todos dejó sorprendidos Teresa Viola, una sensacional fadista con una preciosa y poderosa voz a la que sumar una bonita forma de interpretar las canciones. Su final con «Lagrima» es de los que no se olvidan («-Desespero, tenho por meu desespero/ dentro de mim, dentro de mim o castigo/ nao te quero, eu digo que nao te quero/ e de noite, de noite sonho contigo), el espíritu de Amalia Rodrigues se hacía presente en el ambiente, además acompañado por el «pizzicato» del contrabajo de Te Correia y las cuerdas rasgadas de los dos Josés ofrecían «alma» a tan bonita (y triste) letra. Ya lo escribió Pessoa, «-tudo e verdade e caminho-«. Verdad como ofrece el fado, lleno de sentimiento y tristeza, como se canta en «Almas vencidas, noites perdidas», y camino como el que lleva por su virada e inclinada carretera hasta Sao Bras de Alportel.

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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