Hay películas malditas que parecen destinadas a no rodarse jamás. De todo ello saben mucho el bueno de Terry Gilliam y el inclasificable Alejandro Jodorowsky. Siempre me ha fascinado la historia de este proyecto para adaptar la novela Dune de Frank Herbert que nunca vio la luz. El director Frank Pavich consigue transmitir con su documental la fascinación por la epopeya de estos singulares guerreros/artistas y un sentimiento de lástima por lo que pudo haber sido y no fue. El mismo sentimiento de rabia y frustración que el mismo Jodorowsky expresa en un momento del documental. Pavich se estrena ni más ni menos con este documental sobre la película más influyente de la historia que jamás llegó a rodarse. Pavich se centra en los testimonios de las personas implicadas en esta fascinante historia, limitando su papel a enfatizar ciertos aspectos y no interrumpir la narración. Pavich usa animaciones para dar vida al story board dibujado por Moebius y multitud de fotografías y dibujos que otorgan la veracidad necesaria a esta historia que parece de ciencia ficción. También aparecen incondicionales del director del El Topo como Nicolas Winding Refn (Drive, Only God forgives, The neon demon).
Quizás Jodorowsky fuera demasiado pretencioso o demasiado ingenuo, probablemente ambas cosas. Pero queda claro en el documental que ese toque de ambición y cierta locura eran necesarios en el cine hace 40 años (al igual que ahora) y que sin ellos el cine no hubiera avanzado. Este documental es un fiel retrato de una época y una forma de entender el arte de la cual ya sólo queda el recuerdo. He de reconocer que me entusiasmó la forma de expresarse del octogenario Jodorowsky saltando de un idioma a otro. Se nota la pasión con la que todavía Jodorowsky vive su arte. Sólo puedo calificar de apasionante su relato sobre los acercamientos a personajes como Moebius, Orson Welles, Salvador Dalí, Pink Floyd o Mick Jagger. También me ha sorprendido el hecho de que Jodorowsky obligara a entrenarse en artes marciales a su propio hijo durante 2 años para encarnar al personaje de Paul Atreides. Eso es compromiso con un proyecto, lo demás son tonterías. Quizás el cine necesite esa implicación tan extrema para volver a ser un arte y no un vil negocio. Parece como si la gesta mesiánica de la novela se expandió a quienes invirtieron tanto tiempo y dinero en adaptarla.
Por otro lado, me pareció muy correcta la manera en la que se muestra el rechazo de los grandes estudios, 15 millones de dólares eran mucho dinero a mitad de los años setenta. Resulta paradójico que aceptaran el proyecto pero rechazaran a Jodorowsky como director por su fama de raro y su intención de hacer un film de duración muy superior a la habitual (en el documental se habla de hasta 12 horas). Por desgracia, las sagas galácticas todavía no estaban de moda. Por suerte, no todo se perdió, Jodorowsky plasmó muchas ideas de su Dune en sus posteriores y recomendables guiones para cómics como El Incal con ilustraciones de Moebius o La casta de los Metabarones. Igualmente, muchos colaboradores contratados como H.G. Giger, Dan O’Banon o Douglas Trumbull plasmaron muchas ideas de este proyecto en films posteriores como Alien o Blade runner. Yo me quedo con la metáfora de que Dune es Paul Atreides en el guión de Jodorowsky, murió pero sirvió de semilla para muchas películas posteriores.
Al menos, nos queda el inútil consuelo de que el film de David Lynch fue un fracaso comercial y que el mismo Lynch renegara de él. Dune parece condenado a ser mutilado y pisoteado por los productores. Este proyecto de Jodorowsky hubiera podido ser una gozada o una pesadilla psicodélica a lo Flash Gordon hasta arriba de ácido. El equipo técnico era inmejorable pero dudo si Jodorowsky hubiera sabido hacer algo coherente con este complejo proyecto. Siempre ha sido un creador valiente y un magnífico guionista pero su negativa a recortar el metraje me parece una insensatez. Nunca sabremos cómo hubiera sido realmente su película. Recemos para que alguien acabe haciendo un film de animación con el story board de Jodorowsky y Moebius, que parece ser la finalidad última de este documental.
Muy recomendable aunque no se conozca Jodorowsky ni se haya nunca oído hablar de Dune.
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