Aquí van los mejores discos de 2016 para Luis Cifer o, al menos, los que más he escuchado de los editados durante este año:
Blackstar fue publicado publicado el día que David Bowie cumplía 69 años y dos días antes de su muerte. Bowie suena en Blackstar experimental y con ganas de dar guerra a pesar de estar inmerso en una lucha contra el cáncer. Ese jazz sucio y sudoroso es la última de sus geniales mutaciones. Temas como Blackstar, Lazarus o ‘Tis a pity she was a whore forman un digno broche para una excepcional carrera. Como dice en Lazarus, ahora Bowie ya es libre. Le echaremos de menos.
Iggy Pop: Post pop depression
Curioso que tras casi 50 años de carrera Iggy Pop haya conseguido su primer número 1 en USA con este LP. Secundado por dos Queens of Stone Age (el incombustible Josh Homme y Dean Fertina) más Matt Helders (Arctic monkeys) a la batería, Iggy Pop ha facturado su disco más completo en mucho tiempo. Pop suena rudo y salvaje pero también reflexiona sobre el paso del tiempo. Ahí quedan grandes temas como Gardenia, Vulture, American Valhalla o esa maravilla que es Sunday.
The Divine Comedy: Foreverland
Soy fan incondicional de Neil Hannon desde Casanova y me alegra que tras 6 años en barbecho haya regresado con un disco así de redondo. La calidad, la elegancia y la ironía de The Divine Comedy vuelven a brillar en temas como To the rescue, Funny peculiar, Catherine the Great o la tropical Desperate man. No aporta nada nuevo pero mantiene el nivel, que ya es mucho. En la edición CD se incluye el disco In May con las composiciones de Hannon para una obra de teatro basada en las cartas entre un padre y su hijo con una enfermedad terminal, reconozco que no puedo escucharlo sin llorar.
Michael Kiwanuka: Love & hate
Un nuevo valor entre tanta vieja gloria. Michael Kiwanuka es el revulsivo que el soul necesitaba en esta década, un tipo con talento que aúna soul moderno y folk de manera sorprendente. Algo para lo que ha sido fundamental la producción de Danger Mouse. Love & Hate es el disco que confirma a Kiwanuka como un gran valor a tener en cuenta. Si escuchas el tema Love & Hate y no te emociona es que estás muerto. También son destacables Cold little heart, Father’s child y One more night.
Lo sé, esta mamarracha debería arder en el infierno por sus shows ridículamente ofensivos y sus vestimentas horteras. Sin embargo, para este disco de supuesta madurez Mark Ronson y Lady Gaga no se han dejado llevar al terreno sonoro de sus colaboradores de relumbrón (Beck, Josh Homme, Florence Welch, Kevin Parker), sino todo lo contrario. Han sido capaces de asimilar el talento externo para parir un disco sorprendente y refrescante a partes iguales. De lo más hedonista y lúdico de este año. No te pierdas temazos como Diamond heart o Hey Girl.
Anohni: Hopelessness
Antony Hegarty se ha cambiado de sexo, ha dejado de lado a The Johnsons y ahora se hace llamar Anohni. Muchos cambios pero su talento sigue intacto. De nada importa el género si su voz sigue emocionando de igual manera. Hopelessness supone un sorprendente giro a la electrónica, la producción de Hudson Mohawke y Oneohtrix Point Never le acercan a Massive Attack. Los instrumentos ya no son orgánicos pero los sentimientos siguen estando a flor de piel. Sus canciones hablan de la fragilidad del ser humano frente a la guerra moderna, la pena de muerte, la destrucción del medio ambiente, el capitalismo, la violencia hacia las mujeres y la decepción que ha supuesto el mandato de Obama. Como su propio nombre indica, no es un disco esperanzador pero sí hermoso.
Black Mountain: IV
Rock cósmico del siglo XXI a base de poderosos riffs sazonados con sintetizadores de aire retro. Black mountain son hijos bastardos de Black Sabbath, Pink Floyd y Hawkwind. El tema ‘Mothers of the Sun‘ es pura psicodelia mientras la dupla final formada por ‘Crucify Me‘ y ‘Space to Bakersfield’ forman la banda sonora ideal para un viaje astral. El tiempo y el espacio no tienen barreras. Túmbate, apaga las luces y disfruta de este viaje por el sistema solar.
Radiohead: A Moon Shaped Pool
Radiohead siguen siendo fieles a sí mismos. O los amas o los odias. Su angustia existencial o te fascina o te aburre. No hay término medio. “A Moon Shaped Pool” es puro Radiohead, hipnótico y asfixiante a partes iguales. La cosa empieza con su mejor tema en muchos años, Burn the witch, para luego bucear en ese turbio universo sonoro. Los arreglos orquestales de Jonny Greenwood sirven de colchón a los quejidos de un Tom Yorke cada vez más pesimista. Reconozco que no es un disco fácil, más bien todo lo contrario, y que me costó mucho entrar en él. Mejor tomarlo en pequeñas dosis para no caer en una depresión.
Angel Olsen: My woman
Reconozco que las primeras escuchas me dejaron algo frío, sin embargo, canciones como Shut up kiss me, Not gonna kill you, Sister o Never be mine me han acabado seduciendo. Y de qué manera. Angel Olsen podría ser una versión naif de Patti Smith o la hermana que Kurt Cobain nunca tuvo. My woman es un compendio de canciones sobre ese laberinto llamado amor del que casi siempre uno sale dolorido.
Nick Cave & The bad seeds: Skeleton tree
La música como terapia para exorcizar el dolor. Tras la pérdida de su hijo de 15 años, Nick Cave se aferró a la música para salir del profundo pozo de tristeza y desperación. Skeleton tree contiene las mejores letras de Cave en las últimas dos décadas amén de un sonido áspero y amargo como la hiel. ¿Mis temas favoritos? Girl in amber y Magneto.
Jherek Bischoff & Amanda Palmer : Strung Out In Heaven
El subtítulo de este EP lo dice todo: A Bowie String Quartet Tribute. Un tributo a David Bowie ejecutado por un cuarteto de cuerda. La perfecta fusión de música clásica y pop a manos de la singular Amanda Palmer y el virtuoso Jherek Bischoff. Lanzado al poco tiempo de la muerte de Bowie, las versiones de Space Oddity, Life on Mars?, Ashes to ashes o Heroes rezuman urgencia y duelo. Incluso se atreven con una sensacional versión de Blackstar. Al poco tiempo, Palmer y Bischoff lanzaron una suite de Purple rain en homenaje a Prince. Desconozco si harán un EP homenaje a Leonard Cohen.
Mucho me temo que este 2016 será recordado más por los grandes artistas que nos han dejado que por la calidad de los discos que se han editado.
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