Cuenta Roger Waters que, durante un concierto de Pink Floyd de la gira In the flesh (correspondiente al disco Animals), un fan de la primera fila le estaba incordiando y sintió el impulso de golpear a dicho fan. Waters acabó escupiendo al fan y pensó que para los músicos sería a veces conveniente aislarse del público mediante un muro. Waters estaba experimentando la paradójica sensación de odiar a su público. De ahí surgió la idea del disco conceptual The Wall en el que Waters vertió muchas experiencias personales.
The Wall trata de un niño que no conoce a su padre, fallecido en la Segunda Guerra Mundial como el padre de Waters. La madre sobreprotectora llena la frágil mente de su hijo de inseguridades y miedos. La brutal educación en los colegios ingleses (con constantes humillaciones y castigos corporales) y el miedo a la guerra son otros ladrillos con los que la frágil mente del niño forma un muro para aislarse del mundo exterior. Algo muy parecido a lo que le ocurrió a Syd Barrett, primer líder de Pink Floyd. Con el tiempo el niño crece y se convierte en una estrella de rock llamado Pink con serios problemas para relacionarse con los demás, algo que se aumenta exponencialmente con el uso de las drogas. Pink se siente solo y vacío a la vez que odia todo lo relacionado con el negocio musical: fans, groupies, managers, etc. Pink se refugia dentro del muro que creó en su mente cuando era niño. En su delirio autodestructivo, Pink se imagina a sí mismo como el dictador de un régimen autoritario y racista.
La temática del disco no es muy alegre, la verdad, pero gracias a temas como Another brick on the wall o Confortably numb el disco fue todo un éxito, siendo el tercer disco más vendido de la historia y el más vendido en la década de los 70. A pesar del éxito, las relaciones entre Waters y el resto del grupo eran cada vez más tensas, The wall es más un proyecto en solitario de Waters que un disco de Pink Floyd. Los teclados de Rick Wright casi no se oyen e incluso fue expulsado del grupo por Waters, convertido en un dictador como el personaje de Pink. Incluso David Gilmour ve muy reducido su papel como compositor, aparece solamente acreditado en los temas Young lust, Run like hell y Comfortably numb (todos ellos excelentes, por cierto).
En mi humilde opinión, el control de Waters sobre el disco fue excesivo. Waters anuló al resto de sus compañeros configurando un disco demasiado largo y depresivo. Opino que las aportaciones del resto del grupo se echan mucho de menos. Pink Floyd funcionaba mejor cuando todos sus miembros aportaban ideas. Además, los discos conceptuales tienen sus detractores y sus partidarios (a mí me suelen gustar) pero creo que The wall se hubiera beneficiado bastante de un recorte en el número de canciones. Hay temas magníficos (Goodbye blue sky, Hey You, Confortably numb, Another brick in the wall, Mother, The trial, etc) pero algunos del segundo disco me sobran (Vera, Bring the boys back home, The show must go on).
Pink Floyd hizo una corta gira para presentar el disco en 1980 y 1981, pero la idea de Waters de ir construyendo en escena un muro que les separara del público y otros elementos escénicos (como proyecciones o hinchables gigantes) hicieron que la gira fuera un fracaso financiero para el grupo. Sólo Rick Wright ganó dinero con la gira, ya no era miembro oficial del grupo sino un contratado y, como tal, recibió su salario.
En 1982 el director Alan Parker (Birdie, El corazón del ángel, Fama, The commitments) adapta al cine la complicada y amarga trama del disco. Se dice que las relaciones de Parker con Waters fueron muy tensas durante el rodaje. Waters quería controlar hasta el más mínimo detalle del proyecto. Parker se centró en plasmar las obsesiones relatadas en el guión de Waters. Las imágenes de Parker complementan perfectamente a la música, de hecho, hay momentos bastante impactantes. Muchas canciones cobran un nuevo significado al estar acompañadas de imágenes, dando a la obra un sentido mucho más rico en matices. En Another brick in the wall, vemos las imaginaciones del niño en las que ve a los estudiantes como seres sin cara que alimentan una máquina trituradora de carne. Como si fueran educados desde niños para ir directos al matadero, para morir en una guerra como en la que murió su padre, son seres sin personalidad ni rostro para un estado opresor que nunca los ha tratado con dignidad. Igualmente vemos en imágenes el deseo de Pink de rebelarse contra esa situación y destrozar violentamente la escuela.
Parker incorporó las fascinantes animaciones de Gerald Scarfe (ya presentes en el interior del disco) para representar las alucinaciones que ocurren dentro de la mente de Pink. Las oníricas imágenes de los escolares sin cara, las cruces sangrantes, los martillos desfilando, los bombarderos, las flores copulando violentamente o el juicio son de una fuerza inusitada, quedando para siempre en la mente del espectador. Las canciones del disco sufrieron transformaciones al adaptarse a la pantalla, algunas parte se regrabaron, se eliminaron algunos temas (Hey you, The show must go on), otros se acortaron y la mayoría se remezclaron. Se incluyeron un par de descartes del disco original: When the tiggers broke free y What Shall We Do Now?
Al igual que en el disco, la película es cada vez más confusa llegando a momentos de verdadera locura en los que es imposible distinguir las alucinaciones de la realidad. Parker sumerge al espectador en una auténtica pesadilla, pudiendo resultar un film bastante críptico y duro. The Wall no es un musical como los de décadas anteriores, nada que ver con Siete novias para siete hermanos o Sonrisas y lágrimas. Tampoco es un film agradable ni fácil de ver, no era ése el objetivo. The Wall es una pesimista radiografía del mundo en el que vivimos según Roger Waters: depresión, aislamiento, capitalismo salvaje, drogas, guerras por intereses económicos, etc.
No es The Wall un musical al uso ni una película apta para todos los públicos. Es más bien un videoclip de hora y media que sigue siendo una experiencia única más de 30 años después de su estreno.
The wall no acabó con el film de Parker. Roger Waters retomó la idea de The Wall, una vez que los tribunales le permitieron quedarse con los derechos, y dio un gran concierto en Julio de 1990 para celebrar la caída del muro de Berlín. Acompañado de buena parte de la burguesía del rock de la época (Scorpions, Sinèad O’Connor, Brian Adams, etc), Waters representó The wall frente a 300.000 personas mientras millones de espectadores lo vieron por televisión. En los últimos años Waters ha salido de gira con un alucinante montaje de The wall que le ha llevado durante 3 años por todo el mundo, primero por recintos cerrados y posteriormente adaptado a grandes estadios. Los avances técnicos logrados en las últimas décadas han logrado que la idea de The Wall sea ahora rentable. A día de hoy, Waters sigue rentabilizando The Wall, recientemente ha presentado un documental sobre la gira.
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