De todas las comparaciones que se hacen entre el Studio Ghibli y Disney, merece especial mención la capacidad de crear un universo propio, original e inconfundible que atrae a millones de espectadores que acuden como luciérnagas hacia la gran pantalla en la que ven reflejada sus sueños más profundos.
Hayao Miyazaki es un director que ya ha conseguido almacenar adeptos y lograrse un nombre en la historia del cine con títulos como Mi Vecino Totoro (1988), El Viaje de Chihiro (2001), El Castillo Ambulante (2004) y Ponyo En El Acantilado (2008). Pero con El Viento Se Levanta ha decidido retirarse del cine firmando una obra perfecta y cautivadora como siempre ha logrado y como nunca ha probado.
La película nos presenta la historia de Jiro Horikoshi y nos lleva con él durante dos horas de metraje a través de una vida marcada por el sueño de diseñar el que acabaría siendo uno de los aviones de guerra más importantes de la historia de Japón. Por el camino se tropezará con el terremoto que asoló Kanto en el año 1923, se reinventará ante una crisis económica y se enamorará como un niño.
El Viento Se Levanta está marcada por el mundo onírico que visita el protagonista en sus sueños, pero ahí se terminan los pocos recursos fantásticos que utiliza Miyazaki en su nueva película. Sin recurrir a la magia, este largometraje enamora, regala flores a la vista en cada fotograma y nos obliga a quitarnos el sombrero ante una obra narrativa descomunal perfectamente perfilada con una técnica de animación sin precedentes.
Los acontecimientos basados en hechos reales como la guerra, el terremoto o las enfermedades buscan recordar la manera en la que Japón sabe salir de la peor de las situaciones como el tsunami que obligó al país a empezar desde cero en 2011 y tras el que se demostró que los japoneses saben crecerse ante la adversidad como nadie.
El director japonés deja el cine para probar cosas nuevas, lo cual puede ser una buena o mala noticia si llega a cumplirse. Pero está claro que cada vez que este señor se involucra en un proyecto deja una marca. El Viento Se Levanta no solamente alimentará a sus seguidores si no que también creará adeptos a la obra de Miyazaki y al ya legendario Studio Ghibli.
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