La prisa por tener una identidad, nos lleva a quedarnos con la primera etiqueta que nos parece idónea para estar seguros de nosotros mismos. Pero el camino que lleva a ser un hombre, es más largo. Es el trabajo de toda una vida. El siguiente poema de Rudyard Kipling se titula If. Un conocido poema que indica el camino a recorrer de la vida de cualquiera. De cualquiera que quiera crecer y pasar por esta vida de manera provechosa. En él, se plasman acertados ejemplos de tropiezos durante nuestra existencia, a la vez que sutilmente se indica cómo superarlos, para, al fín llegar a nuestro ser humano ideal.
If…
Si…
Si puedes mantener la compostura cuando todos a tu alrededor
están perdiendo la suya y te culpan a ti,
si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres dudan de ti,
pero tienes en cuenta sus dudas también;
si puedes esperar sin cansarte de esperar,
o que mientan sobre ti, sin recurrir a la mentira,
o al ser odiado, no dar lugar al odio
y sin embargo no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduría:
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de esos pensamientos tu propósito;
si puedes enfrentarte al Triunfo y al Desastre
y tratar a esos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar escuchar la verdad que has dicho,
tergiversada por esos bribones que tienden una trampa a los necios,
o ver las cosas a las que entregaste tu vida, rotas,
y agacharte para reconstruirlas con viejas herramientas:
Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
y arriesgarlo en una jugada a cara o cruz,
y perder, y empezar otra vez desde el principio
sin decir ni una palabra de tu fracaso;
si puedes obligar a tu corazón, tus nervios y tendones,
a servir a tu propósito después de que hayan desfallecido
y así que resistan cuando no quede nada
sino la Voluntad que les diga: ¡Aguantad!
Si puedes hablar con la gente y mantener tu virtud,
o caminar con Reyes— sin perder esa sencillez,
si ni los enemigos ni los queridos amigos pueden herirte,
si todos los hombres cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
si puedes llenar el implacable minuto
con sesenta segundos que merezcan su distancia recorrida,
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y— lo que es más— serás un hombre, ¡hijo mío!




















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