Las circunstancias mandan. Los jóvenes de 19 a 25 años serían convocados los primeros en caso de una hipotética guerra. Conozco a los Aphonnic a través del gallego más famoso del mundo, Basilio, el del trailer. Les reseñé La Reina hará dos o tres años, y estaba muy al loro de los adelantos de su nuevo disco, sobre todo cuando oí a su vocalista declarar que hay momentos donde uno tiene que posicionarse. Aunque los 25 ya los he cumplido unas cuantas veces, si no he podido decidir jamás a mi jefe de estado, va a ir a jugarse el forro por defenderlo su prima. A lo mejor en el futuro me pesan estas palabras, o a lo mejor resultan premonitorias: insto a toda la población entre 19 y 25 no a negarse simplemente, si no a negarse con furia, a gritos y agarrándose explícitamente la entrepierna. Un, dos, tres… ¡Antifascista!
Azúcar de algodón. Tienen un sonido que me hace sentir en casa. Mucho de Korn, sobre todo al empezar, con ese medio ritmo de Alén que te dan ganas de dejarte las rastas como Brian Head Welsch. En cuanto empiezan las estrofas, cambia el rollo a algo más Slipknot en Dead memories. Una crítica cojonuda al periodismo musical, básicamente descansando en paz salvo unos cuantos locos —entre los que no sé si incluirme— que sacrifican tiempo libre y horas de sueño para tratar de dar eco a estos sonidos. Decir que si una banda es buena acabara triunfando, ergo, si no vende un millón de discos, tan buena no será es como decir que se hace más dinero siendo una eminencia en cualquier campo que siendo el hij@, espos@, noviet@ de… Te lo dice un escritor de los malos, que no puede compararse a Sonso, a Belén Esteban, o a Rodrigo Rato. En fin…
Melodía antifascista. Igual me paso, pero se tiene que decir: es la mejor canción que les he escuchado y, seguramente, la mejor que han dado. Es más, es la mejor canción del año. Es más, es la canción de la década. Es el Bella, ciao del siglo XXI. Esta canción debería sonar por todo el mundo, y tener traducción hasta al suajili. Allí donde el imperialismo pierde la dignidad, debería estar sonando esta canción. Espíritu de Lorca, de Machado y de Miguel Hernández con el fervor guerrillero de Camilo Cienfuegos. Decía el Ché que un revolucionario, a la fuerza, tiene que estar guiado por grandes cantidades de amor, a la justicia y al ser humano. Esta canción tiene la entereza del que sabe que no va a ver amanecer y no se deja llevar por el canguele. Diviértanse en mi muerte / no lloren, quiero verles sonreír / como harán mis enemigos esta noche. ¿Soy el único que ve la entereza de Miguel Hernández? Y cuando bajo la tierra / mi amante cuerpo esté / escríbeme a la tierra / que yo te escribiré. Y el estribillo: Abran botellas, brindar, cantar / griten mi nombre, un beso a mamá / si no hay justicia no obtendrán / la paz, la paz, la paz. Es una llamada a la resistencia, pero desde la dignidad, desde la calma. Genialidad, no tengo más que decir. Debería ser el himno de los de 19 a 25 años que quieren empaquetar al frente.
Las riendas. El hecho de decir que Melodía antifascista es lo mejor que seguramente hayan dado no quiere decir que el resto sea malo, ni quiero despreciar ni el resto de la obra de Aphonnic ni al resto de bandas del mundo. Esta empieza con ese toque U2 en los arreglos, con Crisantemos en el subconsciente, aunque cuando arranca tiene un sabor diferente, es potente y melódico a la vez, a lo Muse. Genial el cambio de ritmo, como pasa Alén al medio tempo contundente, con mucho plato.
Caracol en cuesta. La guitarra inicial me trae a la mente a los Poets of the fall en Lift, que era la sintonía de Bienvenidos al paraíso, un programa de Radio 3, cuando me molaba. No me gustan mucho los mensajes ultra positivos en plan mindfulness, pero esta llamada a la guerra calmada hace que mi corazón arda. Soy esa mosca golpeando el cristal / voy a estrellarme aquí unas cien mil veces / Compro vocal, soy puntual / Como fiel vergüenza. No hace mucho que oí, hablando del futuro, que la revolución será feliz. Aphonnic le ha dado una vuelta de tuerca. No es el aguante como resistencia al sufrimiento, como capacidad para soportar, sino la resistencia calmada, como mis predecesores, sembrando poco a poco, trabajando aun después de cansado.
Hijos de Dios. Después de tanta presentación de Candelarias de la Virgen, donde más de una vez se me va la gente cuando entro con la metafísica y la religión, tengo el lápiz afilado ya. Vamos a partir del punto de vista del respeto. Hay tantas pruebas de que Dios existe como de que no, de que hay otra vida como que no, de que nos convertimos en ánimas del Hades o en descargas de energía como que desaparecemos en el olvido. La clave es no imponer al de enfrente nuestra forma de ver las cosas, o no justificar lo injustificable porque «son de los míos». Y al final todo va a estar bien / pero si no llegara a estar / entonces sabremos que / hemos llegado al final. Lo único que está claro es que hubo un primer latido y va a haber un último, y tenemos que intentar hacer algo entre el uno y el otro.
Sin cicatrices. El guitarreo tiene un rollo al metal alemán, no sólo Rammstein, diría Oomph, o tal vez Eisbrecher en Nein, danke, aunque menos industrial, con las guitarras un poco más sueltas. Dicen que la verdadera patria es la infancia y, aunque desde luego que no soy el mismo tío, y mi versión de crío fliparía al verme, sí que comparto eso de ya nunca hay tiempo para poder soñar. La vida hace demasiado ruido, y va demasiado rápido, como para poder hacer arte en condiciones.
Doña Inés. Cuando ponen los medios tempos, con Alén dando grasa, perfectamente trenzado con Iago y Richi, creando una melaza sónica entre el Duality, de Slipknot, y el Sonne, de Rammstein, Aphonnic se convierte en testimonio del más moderno y rugiente metal. Cuando entra Chechu, gana melodía, pero sin sacrificar potencia, digamos que pasa a un segundo plano. En cuanto a la letra… volvemos a lo que decía en Hijos de Dios, me parece cojonudo si alguien encuentra consuelo, o esperanza, meditando o rezando, pero aquí no hablamos de ningún rezo. Hablamos de humanos, muy humanos, y de experiencias tan brutales como mundanas.
Reproches. Parece que alguien ha puesto el tocadiscos, con un viejo disco de Johnny Cash. Una guitarra y una voz, con un vago recuerdo a Robert Johnson, como si estuvieran tocando con una guitarra hecha con una lata de aceite de motor y un trozo de rama. Como si fuera la transición de un sueño, amanecemos en la actualidad, lanzados con un ritmo infernal en sala de máquinas y un guitarreo que parece que hay dos guitarras. Es una canción al galope, aunque baja algo el ritmo en el estribillo, es furiosa, rabiosa.
El anzuelo. Son estribillos marca de la casa, a medio tempo, que no lentos, con una voz poderosa y una parte instrumental hilada con la experiencia, con horas y horas de ensayos juntos. Tiene una parte guitarrera interesante en las estrofas, y casi al final parece hacer un guiño al Allein allein, de Polarkreis 18, una canción que suena medio electrónica, pero alguien debería llevarla al metal.
Truco o trato. Empieza como un vendaval, de estás canciones que te hacen volar de la silla. Cuanta más miseria / mejores los carros de tus jefes. Alguien acaba de comprender lo que es la plusvalía. Ser idiota está de moda hoy. No es hoy, ha sido siempre. Barricada no salió en las radio fórmulas jamás, pero mira los autores de las canciones del verano noventeras, a ver qué ha quedado. Sin embargo, mira el Oveja negra.
En propia meta. Es el giro más punky de estos cuatro jinetes gallegos del apocalipsis. Suena un poco a The Offspring, a Green Day, a Blink 182 si me apuras. Contrasta la energía de la canción, del guitarreo, del bajo en el tuétano del tema, de la batería, con la letra. Es una especie de declaración de lealtad a la familia, elegida o no. Quédate / Con los que te ayuden a saldar / La deuda del sufrir, los que te hagan reír / Los que han creído en ti cuando nadie creía. Y como no podía terminar sin la guinda… momento Pink Floyd en The wall: Y a esos cobardes llamados padres / Titulares, a esos tutores legales / Profesores, monitores: dejadnos en paz. Casi se oye el eco: Hey, teachers, leave the kids alone!
Discazo, con un himno indiscutible. Ideas muy claras y música muy pulida. Si lo dice Basilio, ya es garantía, pero yo lo confirmo. Para los que tienen claro lo que se hacen, enlaces de la banda:
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